Hay días que recuerdo las carreras por la orilla viendo a los pescadores volver, los días de mercado con todo el pueblo concentrado en las calles o los largos sermones de aquellos que se hacían llamar los Ancianos del pueblo.
¿Serán verdad todas aquellas historias que contaban? - Me preguntaba tras escucharles.
Da igual cual fuese la respuesta, teníamos que recrear cada historia. Palos y cortezas nos servían de armamento y los retales de las sábanas viejas ocultaban nuestros rostros. Fue en una de estas luchas encarnizadas, mientras que nos batiamos en retirada cuando pasó por primera vez. ¿Por qué flotaban aquellas pequeñas piedras a mi alrededor? ¿Sería por culpa de aquello que llaman magia? ¡Bobadas! Aquellos golpes que había recibido en la cabeza me estaban haciendo tener alucinaciones como si me hubiese bebido mil galones de esa cerveza especiada que tanto gusta a los mayores.
No tardé en contárselo al resto del grupo, sin dejar ningún detalle. ¡Hasta había recogido esas piedras y me disponía a repetirlo! Iluso de mi.. aquello solo sirvió para ganarme las sonoras risas y bromas de los que allí estaban. Las distintas mofas se fueron unificado en "mentepiedra".
Algún día seré capaz de repetirlo y tendrán que retirar sus palabras! Mentepiedra.. que graciosos.
Hace más de 100 años que abandoné Shantytown, o lo que quedaba de ella. No era más que un crío cuando llegó la muerte arrastrada por el viento. Sin mostrar interés por hablar, los cañones descargaron metralla y fuego antes de atracar. No hubo ninguna oportunidad. Niños, mujeres y ancianos fueron diezmados. ¿Las casas? Reducidas a cenizas y saqueadas hasta no dejar ni una moneda de cobre. No eran caballeros o aventureros en busca de riquezas como los las historias de aquellos cascarrabias.. Parecían disfrutar sembrando el caos y dejando atrás tierra quemada. ¿Qué esperaban encontrar en un pueblo como este? Esto fue lo que nos salvó a los que conseguimos resistir a los momentos inciales. Recuperarían las perdidas vendiendos a los mejores postores.
Hoy, siguen las pequeñas piedras en mi bolsillo recordándome de donde vengo y aquello que tarde o temprano, tengo que cumplir. La Sociedad Triceratops (Ytepka) ha sacado lo mejor de mi y me ha enseñado a explotar el poder de la mente. No iban desencaminados aquellos que me insultaban... Mentepiedra. Gracias. Hoy ese nombre infunde respeto en las calles de Puerto de Nyanzaru. Puede que si recibes una representación de un triceratops tengas alguna oportunidad de librarte, pero si es la propia voz de este la que te habla, todo ha terminado.
Mis días aquí me han servido para localizar a esos corsarios mientras que he mejorado mis habilidades. Ahora se que eran ciertas las historias y no descansaré hasta que los bardos recuerden Shantytown y lo que les pasó a aquellos que decidieron romper el equilibrio.