Una de las mayores tragedias de la Guerra contra la Sombra, no en términos de vidas perdidas, sino en términos del daño causado a la cultura y el modo de vida de Rokugán, fue el asalto de la Oscuridad Mentirosa a las historias escritas y el conocimiento del Imperio. Por todo el Imperio, los agentes de la Sombra quemaron bibliotecas y pintarrajearon pergaminos, intentando no sólo destruir el presente de Rokugán, sino también todo sentido de su pasado.
Como parte del proceso de reconstrucción, eruditos y archivistas de todos los Clanes han estado trabajando para recuperar o readquirir el conocimiento perdido, pero en un área, el trabajo ha sido escaso: la cartografía. Los mapas del Imperio han sido durante mucho tiempo notoriamente poco fiables e inexactos, por lo que mientras muchas de las bibliotecas locales de los Clanes han estado trabajando para reemplazar sus propios almacenes de información geográfica, los mapas imperiales oficiales son vistos tranquilamente por muchos como mejor perdidos. El Emperador Toturi I, sin embargo, conoce muy bien el valor de los mapas precisos y actualizados, y ha aprovechado la oportunidad que le brinda la falta de información para ordenar la elaboración de nuevos mapas, centrados en particular en las fronteras del Imperio, para ayudar en la defensa de Rokugán de los invasores gaijin, si alguna vez fuera necesario.
Los cartógrafos imperiales, a menudo miembros de las familias Otomo o Miya, son los encargados de mantener los mapas del Imperio. Los mapas imperiales se consideraban infalibles porque, según Un edicto Imperial, nada en el Imperio existe realmente si no estaba registrado en los mapas imperiales. Los mapas originales se guardaban en la Ciudad Imperial, pero hay copias disponibles para cualquier samurái que desee ir allí y obtenerlas. Están supervisados por el Ministerio de Territorios.