El
ente Ayndhil deseó hacer realidad sus sueños mientras
vagaba solitario por la oscuridad abisal, en un momento en el cual no
existía el tiempo. De forma ocasional, tras un pensamiento consiguió
dividir su ser y de su cuerpo nacieron los dioses. Estos se llamaron
así mismos Ennavar, Felthor, Innathar, Kuvara, Kyresh, Rakath,
Shontor, Ulthos y Xanth.
Cada
uno cobró consciencia propia y en el proceso desarrollaron un
lenguaje e intercambiaron ideas, para notar que habían heredado
diferentes habilidades entre sí, y decidieron no seguir vagando por
la oscuridad abisal debido a los extraños seres y peligros que se
ocultaban allí. Mientras viajaban, Ulthos halló un sol al
que decidieron nombrar como Saré y encontraron un posible
hogar cerca, un mundo al cual nombraron como Eektaia,
que poseía una luna verde a la que nombraron como Sínain.
Cuando se aproximaron al mundo notaron energía caótica en él,
propia de los seres cósmicos, y los dioses decidieron hacerles
frente para poder asentarse allí, por ello combatieron la amenaza
hasta conseguir la victoria sobre estos seres que asolaban y
consumían la energía de este mundo mientras subyugaban y mutaban a
las primigenias formas de vida indígenas. Los seres cósmicos fueron
diezmados durante centenares de años por los dioses hasta que
desaparecieron.
De
las cenizas de un mundo muerto, y aconsejado por Ennavar, el
dios Shontor creó los océanos, ríos, montañas, valles,
bosques y praderas, así como los desiertos, tanto helados como
cálidos, y todos los diferentes parajes. Xanth atrajo la
energía lunar de Sínain para proveer un canal de energía
mágica hacia eektaia, al igual que Ulthos hizo lo mismo con
el sol Saré, e iluminaron el mundo. Rakath pensó que
todos los paisajes que habían creado sus hermanos merecían ser
bañados por las luces del sol y la luna, e hizo rotar al mundo con
su fuerza.
Las
almas que vagaban por el mundo desolado, ahora eran reunidas
alrededor del gran árbol Animacore que creó Shontor
con el propósito de que no se perdiesen y poder emplearlas más
adelante.
Innathar,
junto a Felthor, Kuvara y Kyresh crearon a los
titanes Cylannar, Umai, Airune, Jaqax, Eikedes y Yumera
distribuidos en cada continente para que vigilaran y sirvieran como
primera línea de contención de los seres cósmicos si estos
regresaban.
Los
dioses convivieron en armonía plasmando sus caprichos por eektaia
durante algunos años, aunque un día, Felthor observó entre
las sombras a su hermano Ulthos y su hermana Innathar
en un idilio secreto. Se dio cuenta de que no deseaban ser
descubiertos, al ser sorprendidos con vergüenza cuando este se
acercó a ellos, así que les propuso que a cambio de su silencio,
tanto Ulthos como Innathar, debían hacer su parte del
trabajo en la formación de eektaia mientras les guardaba el secreto.
El
mundo que estaban creando requería mucha dedicación para darle
forma, por lo que Shontor, Xanth y Ennavar crearon a los
gólems como sirvientes para aliviar así la carga de trabajo.
Gracias a esto, a Kuvara se le ocurrió que debían celebrar
el descanso que les proporcionaban estos seres y creó el vino para
compartirlo con sus hermanos.
Con
el tiempo, el amor entre Innathar y Ulthos se acrecentó
hasta que desearon que fruto de su relación naciese un nuevo dios
con las buenas virtudes de los dos, e Innathar quedó en cinta
de mellizas. Para evitar problemas con sus hermanos se armaron de
valor para confesarse ante ellos, lo que resultó en disgusto por
parte de Kyresh, Rakath y Felthor, en alegría por parte de
Ennavar y Xanth, y en inspiración para Shontor
y Kuvara.
Shontor,
que fue inspirado por la relación de sus hermanos, creó a las
primeras bestias de cada especie y las adaptó al bioma donde
residirían y formarían sus camadas. Mientras trabajaba en su
creación, Kuvara interrumpió a Shontor y pidió que
hiciese una especie con la que interactuar y compartir sus
conocimientos. El dios atendió el capricho de su hermana y creó
para ella a la primera pareja de elfos, Celedor y Avala.
Kuvara, encantada con su compañía, les enseñó el lenguaje
y el arte como forma de expresión de las ideas.
Ennavar
vio la oportunidad de reducir su carga de trabajo con las creaciones
de Shontor, así que pidió a su hermano que hiciera una
especie que pudiera acompañarla en el terreno escarpado y que fuera
capaz de moldear las montañas. Su hermano creó entonces a la
primera pareja de enanos, Ararim y Ovkara, y se los entregó a
su hermana para cumplir su cometido. Ennavar les enseñó la
meditación, así como la conexión con eektaia a través de la roca,
y comenzaron a trabajar en los túneles.
En
medio de todo este tiempo, Kyresh le reprochó a Ulthos
su comportamiento, aludiendo que su egoísmo y falta de empatía para
con sus hermanos y hermanas retrasaba la creación del mundo, y por
sus caprichos había conseguido que su cometido se tornara en algo
diferente a lo que tenían planeado. Ulthos molesto le
recriminó a su hermano su carencia de alegría y amor, y esto
provocó que los dioses lucharan 28 días y 28 noches sin descanso,
hasta el momento en el que nacieron las diosas y dieron el asunto por
zanjado.
Ulthos
e Innathar tuvieron a sus hijas, que fueron nombradas como
Briganth y Waldaia. Lo que sintieron al verlas nacer no se
podía comparar con nada que hubieran creado mediante la magia y, con
alegría y orgullo, se las presentaron a sus hermanos.
Con
regocijo, Shontor creó a la primera pareja de humanos, Kástor
y Minerva, y se los regaló a Innathar y Ulthos por el
nacimiento de sus hijas; Pese a su contrariedad, Kyresh les
regaló una pulsera de diamantes a sus sobrinas, en señal de paz con
Ulthos; Kuvara organizó un banquete y una función de
teatro protagonizada por Celedor y Avala que trataba sobre el
mundo ideal en el que residirían; Ennavar les regaló unas
estatuillas de piedra blanca con la forma de Ulthos e Innathar
a las niñas y Xanth talló juguetes de madera con diferentes
formas para que se divirtieran; Rakath tejió y entregó a sus
sobrinas ropajes de seda; Por último, Felthor regaló a las
niñas una rosa verde espinada a cada una y les deseó entre dientes
la felicidad, lo que propició el momento más tenso de la
celebración cuando Waldaia se pinchó al agarrar la flor.
Prosiguieron
con la construcción del mundo a lo largo de varios años, en los que
las jóvenes diosas se convirtieron en adultas. El desarrollo de las
especies creadas por Shontor dio lugar a diversas
civilizaciones que comenzaron a formarse, por lo que los dioses y
diosas creyeron conveniente aleccionarlas en diversos ámbitos, así
Innathar junto con Ulthos instauraron los estamentos
sociales, las jerarquías y las leyes con miras al progreso de las
especies. Los elfos enseñaron al resto de culturas a expresarse
mediante el arte que aprendieron de Kuvara para desarrollar
sus propios estilos, y la diosa influyó entregándolas el vino e
incitándolas a celebrar por su buena labor con los dioses. Kyresh
las instruyó en el comercio para que pudieran desarrollar sus
relaciones de forma pacífica y obtener beneficios por su labor.
Xanth las enseñó sus conocimientos mágicos y matemáticos e
instó en que los desarrollaran, además creó una gran
biblioteca con los conocimientos que adquirió e invitó a los más
grandes sabios de cada especie para que pudiesen aprender los
conceptos físicos planares. Ennavar las enseñó a calmar sus
ánimos frente a sus posibles disputas, obrando con calma y sensatez
en sus decisiones para evitar generar odio entre ellas. Briganth
también aleccionó a las especies y las inculcó los valores del
trabajo, el cultivo y el adiestramiento de los animales para que las
ayuden en su labor y poder así cuidar de sus familias .
Shontor
prosiguió creando diferentes criaturas para habitar el mundo, cada
una con sus diferentes características, pero la más destacada
fueron los dragones que creó para que mantuviesen el orden en los
biomas, otorgándoles gran inteligencia y poder, aunque desarrollaron
demasiada personalidad y comenzaron a volverse reacios a cumplir
órdenes.
Xanth
quiso aliviar la carga de trabajo de su hermano así que pidió que
le prestara la fórmula para crear razas, la cual Shontor le
otorgó, y junto a su magia creó a los cambia-formas, kenkus,
mino-tauros y prácticamente todas las razas híbridas.
Mientras
los dioses educaban a las razas, Felthor halló la forma de
viajar entre planos buscando en secreto la fórmula entre los
archivos de la biblioteca de Xanth, y los robó para
desaparecer durante varios años. Pero Waldaia siguió a
Felthor, pues nunca se fió de él, y fue testigo de todo lo
ocurrido, así que se dirigió apremiante a su padre para contarle lo
que había visto y le encontró yaciendo con su tía Rakath.
La locura se apoderó de Waldaia que perdió los estribos
atacando a su tía por su traición y tras esto partió en busca de
su madre para contarle lo que había presenciado avergonzada.
Innathar montó en cólera y la pidió explicaciones a su
hermana, que confesó que sentía celos de las hijas que habían
engendrado y deseaba ser madre como ella. Innathar no la pudo
perdonar, retiró la palabra a Rakath y abandonó a Ulthos,
yéndose a vivir lejos de ellos junto con Waldaia, que poco a
poco la nació un gran rencor hacia su tía por dividir su familia.
Ulthos aceptó su culpa de infidelidad y se impuso el castigo
de la ceguera hasta la adultez de su próximo hijo, puesto que Rakath
quedó en cinta tras su encuentro.
Con
el tiempo nació Orander, hijo de Rakath y Ulthos, y
fue agasajado con regalos por parte de los dioses, entre los cuales
el más destacado fue una lanza de oro regalada por su hermanastra
Briganth. Cuando Orander aún era un bebé, Ulthos
intuyó una amenaza inminente y se apresuró a los aposentos de su
hijo. Allí percibió la presencia de un ser que no había sido
creado por él ni por ninguno de sus hermanos, que trataba de asaltar
a Orander mientras dormía. El dios llegó a tiempo y se
abalanzó sobre el ser al que derrotó a pesar de su invidencia.
A la
mañana siguiente llevó el cadáver frente a sus hermanos y pudieron
observar a un pequeño ser de piel rojiza, alas y extrañas facciones
espinosas. Ninguno supo su procedencia y pusieron en alerta a las
civilizaciones por si apareciesen seres similares.
Shontor
vio la oportunidad de crear una nueva raza a partir de la sangre del
extraño ser, así dio vida a los tiefling y les insertaron en las
civilizaciones.
Años
después Felthor regresa de sus viajes junto con unos pequeños
cristales púrpuras y se los muestra a su hermano Kyresh
cuando lo visita. Este le cuenta lo que había sucedido en su
ausencia, y Felthor le explica cómo encontró aquellos
cristales y los planes que tenía para eektaia. Pero advierte a su
hermano de las creaciones de Shontor, pues durante sus
viajes había visto como tarde o temprano las especies inferiores se
oponían a sus creadores. Luego le explicó que necesitaba convencer
al resto de sus hermanos para que se dieran cuenta del peligro que
corrían y la necesidad de arrebatar a las creaciones la
inmortalidad. Así Kyresh le vendió información a su
hermano, y le habló de Brina, la humana favorita de Innathar
y su sirviente personal, para ir en su busca.
Felthor
secuestró a la humana en el hogar de Innathar para llevarla a
casa de Ulthos y allí, empleando magia, consiguió que la voz
e incluso el olor de la sirvienta fuera como el de su ama. Luego
amenazó con encerrarla en un calabozo oscuro y solitario si no yacía
con Ulthos, haciéndose pasar por Innathar. Brina
amedrentada obedeció a Felthor y se dirigió a Ulthos
tratando de seducir al invidente dios, que sorprendido se
preguntaba qué ocurría. Felthor fue a avisar a Rakath
que rauda se dirigió al lugar y con presteza separó a la humana y
la encadenó.
Tras
el incidente, Felthor fue a visitar a Innathar para
contarle que su asistenta personal había tratado de seducir a
Ulthos, y su hermana Rakath la había encadenado. La
diosa molesta fue a pedir explicaciones, pero la tensión se disparó
de nuevo entre Rakath e Innathar, mientras Ulthos
trataba de apaciguar los ánimos. Kyresh se presentó junto
con Felthor para recriminar a Innathar su
comportamiento y la clara deslealtad de la humana, que valoró su
propia vida frente al bienestar de su ama.
Luego
llamaron al resto de dioses para tratar el asunto, y una vez se
reunieron, Felthor explicó que el motivo no era otro que
demostrar que los miedos e incertidumbres podían envenenar las
mentes de las creaciones y hacer que traicionasen a sus dioses. Esto
mismo, lo había podido ver en otros planos a los que había viajado,
cosas incluso peores, como que vencieran a sus creadores y los
encerraran para la posteridad. Además, explicó que era parte de
todos esos seres el ceder ante las pasiones y reaccionar de forma
incoherente e insubordinada por miedo, odio, amor, entre otras...
Finalizado
su discurso, los dioses debatieron los hechos y cedieron ante las
convincentes palabras de Felthor, decretando que Shontor
proveyese a las creaciones de mortalidad, para así tener el control
total sobre ellas. Así pues, se propuso crear un plano en el que las
almas leales a los dioses permaneciesen junto a ellos, y las almas
que violasen estas leyes divinas pagaran por su insolencia y
sufrieran un castigo en consecuencia, en otro plano alejado de los
dioses. Shontor además propuso que las almas se reencarnasen
de forma cíclica en eektaia y pudiesen tener una nueva oportunidad
para servir a sus creadores.
Discutieron
los detalles y concretaron la creación del dominio superior para los
fieles y el inferior para los pecadores, dándoles el nombre de
Ayndhiltium al dominio superior y Quebrantorium al dominio inferior.
Luego le arrebataron a todas las creaciones la inmortalidad y les
prometieron que mientras siguiesen los preceptos divinos, les
aguardaría un descanso plácido hasta su reencarnación. Shontor
así creó los canales para que el gran árbol animacore pudiese
dirigir las almas hacia sus lugares de descanso. Más tarde Ulthos
condujo el juicio sobre Brina, donde la condenó como la
primera alma al quebrantorium por traición y deslealtad hacia
Innathar, dando ejemplo al resto de especies. Waldaia
fue la encargada de llevar a cabo la condena y encendió la pira en
la que quemaron a la condenada.
Pero
Brina no permaneció mucho tiempo sola en el quebrantorium,
pues recibió la visita de un diablo llamado Kavaraxxas, con
el que llegó al trato de obtener forma física a cambio de
convertirse en su consorte. Tras el trato, Brina y su esposo
planearon cómo vengarse de los dioses y comenzaron a convertir a las
almas quebradas que lo desearan en parte de su ejército.
La
fragilidad de las razas incitó a Innathar a otorgar
conocimiento sobre medicina y tratamiento de heridas a las
civilizaciones, mientras Kuvara les inculcó el valor sobre
sus acciones en vida y cómo las artes adquirían un nuevo
significado.
Felthor
viajó de un lado a otro por eektaia y fue dispersando los oscuros
cristales púrpuras, escondidos a los sentidos divinos de sus
hermanos. Estos propiciaron con el tiempo que algunos seres fueran
evolucionando y mutando en otros, dando vida a seres extraños y
monstruosos. Rakath percibió a estos seres, así que enseñó
avances y conocimientos sobre la forja a las especies para que
estuviesen preparadas para repeler los ataques de estas criaturas
extrañas y pudiesen acabar con ellas, lo cual fue crucial para que
no destruyeran las civilizaciones y pudiesen prosperar. Además
sugirió a su hermano Shontor que creara una raza feroz que no
tuviera miedo con las presas más grandes y fuese capaz de resistir
en las zonas más frías de eektaia, así Shontor dio vida a
los orcos y los encomendó las regiones heladas.
Xanth
investigó el origen de la transformación de los seres hasta dar con
un cristal púrpura. Se lo llevó a su hermano Kyresh para que
lo tasara y al inspeccionarlo le explicó que lo trajo a eektaia su
hermano Felthor, que además le había contado que los
cristales cambiarían el mundo a la idea original de los dioses.
Entonces Xanth, furioso por haber sido robado en el pasado por
Felthor y creyendo que era el culpable de la mutación de los
seres, se dedicó a buscarlo hasta que lo encontró. Recriminó sus
acciones en contra de la creación y el sabotaje de los esfuerzos
depositados en el mundo, pero Felthor simplemente sonrió sin
atisbo de culpabilidad, y comenzaron a luchar durante horas hasta que
Felthor se retiró por uno de sus portales cuando hirió de
gravedad a Xanth.
El
dios malherido fue encontrado por Innathar, que curó sus
heridas y se enteró de lo acontecido entre sus hermanos. Luego
fueron junto al resto de dioses y diosas, donde explicaron la
situación con respecto a los cristales púrpuras y la falta de
lealtad de su hermano Felthor.
Pasaron
los años y la amenaza se consiguió controlar, pero aún así las
criaturas seguían surgiendo, por lo que Shontor creó a los
dracónidos para que sirviesen a Rakath, en recompensa por su
diligente ayuda. También creó a los medianos, que fueron destinados
a guardar los ríos bajo la supervisión de Briganth.
En
medio de este caos se abrieron diferentes portales infernales desde
donde emergieron grandes oleadas de seres demoníacos que sembraron
el miedo y la destrucción por el mundo tras conquistar algunas
regiones en nombre de su señor Kavaraxxas. Ulthos, Kyresh
y Xanth se encontraban perfeccionando el ayndhiltium con
la creación de los seres celestiales, por lo que no pudieron
interceder en la batalla, pero al menos Orander alcanzó la
madurez y su padre recuperó la visión al haber cumplido su
penitencia.
Rakath
junto a su hijo Orander tomaron la iniciativa de guerra, donde
la diosa estableció puntos de control cerca de los portales
infernales y dividió esfuerzos para plantar cara al ejército
demoníaco, mientras su hijo demostraba su don para la batalla
aniquilando todo un batallón con su lanza de oro, permitiendo así
que se establecieran las defensas de los portales. Codo a codo habían
derrotado a los infernales mientras recuperaban las zonas que fueron
conquistadas, hasta hacerles retroceder al portal del que emergieron
en una guerra que duró más de 100 años.
Orander
regaló a su madre una daga negra enjoyada por su estrategia triunfal
y le propuso a Kuvara que organizara un banquete de
celebración junto al resto de dioses para festejar la victoria. Sin
duda este banquete fue organizado y asistieron todos los dioses y
diosas para dar la enhorabuena. Waldaia aun sentía recelo
hacia su tía Rakath y no podía soportar que se celebrara en
su nombre, así que se aproximó con sigilo a su tía y con un
movimiento audaz le arrebató la daga negra enjoyada para propiciarla
varias puñaladas mientras reía a carcajadas. Los dioses observaron
horrorizados como Waldaia había sucumbido a la locura, y la
consiguieron apartar después de que matara a dos guardias
celestiales que fueron a proteger a Rakath, que muy herida se
levantó y se abalanzó hacia su sobrina arrancándole un ojo como
venganza. Luego las separaron para poner paz en la rencilla, y así
Innathar dejó a un lado el pasado curando con magia las
heridas de Rakath, porque comprendió que había fallado como
madre al no haber notado el descenso a la locura de su hija, por su
orgullo personal.
Los
dioses apresaron a Waldaia con intención de ejecutarla, sin
embargo Ennavar intercedió y fue capaz de hacer que el resto
de dioses perdonaran la vida a su sobrina, aunque no podían
dejarla sin castigo, por lo que Ulthos la condenó a residir
en el quebrantorium, donde debía permanecer para reflexionar
por sus acciones y tratar de reconducir a los quebrados de juicio
cuando recuperase el suyo, so pena de muerte.
Cuando
la diosa Waldaia llegó al quebrantorium se encontró con Brina y
Kavaraxxas, y tras dejar a un lado sus diferencias, acordaron
ayudarse de forma mutua a vengarse de los dioses. Waldaia concedió a
Brina poderes que la elevarían al rango de diosa y a cambio serviría
a sus propósitos en eektaia, ya que ella no podía abandonar el
quebrantorium.
El
juicio de Waldaia fue determinante para que los dioses se
distanciaran aún más entre ellos, hasta el punto de no mantener
contacto durante cientos de años. En ese tiempo, cada uno tuvo sus
periodos ociosos, ya fuera por falta de inspiración, aburrimiento,
tristeza o cansancio. Algunos mantuvieron relaciones sentimentales
con mortales y nacieron algunos semidioses de ellas, que dejaron su
huella en eektaia de alguna forma y a unos pocos se les recuerda de
canciones o leyendas. Pero lejos de unir a los dioses, esto hizo que
se distanciaran más y les motivaba a otorgar dones y regalos a sus
especies favoritas, casi compitiendo entre ellos.
Estos
caprichosos enfrentamientos entre los dioses propiciaron que las
especies se polarizaran en favor de unos u otros, con varios gremios
y naciones que luchaban entre sí por sus diferencias, como por el
favoritismo que proferían los dioses hacia algunas civilizaciones,
la falta de contundencia contra los infernales que trataban de
acceder al mundo y las comparaciones entre las culturas y especies,
llevadas al odio.
Se
formaron cultos que elevaban a la condenada Brina a la posición de
mártir por los caprichos de los dioses, y comenzaron a adorarla como
si de una diosa se tratase. Otros cultos se fustigaban para sentir el
desazón de Waldaia, por la traición de Rakath, y
crearon disturbios en las ciudades en honor a su sufrimiento.
Sin
un propósito para quedarse, algunos dioses decidieron unirse de
nuevo para abandonar eektaia y residir en el ayndhiltium, donde
vigilarían desde la distancia e intervendrían si fuese necesario.
Así cedieron el mundo a sus creaciones para que lo forjaran bajo el
prisma mortal y los estándares establecidos por sus leyes divinas.
Tras su marcha finalizó la Era de la Creación y comenzó la Era
Eektaiana.
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