Un miembro de las tropas de choque de élite de los archidiablos, los caballeros del terror de los Infiernos. Carismáticos antipaladines que dominan a los diablos, destruyen las organizaciones enemigas y comandan los ejércitos de los Infiernos.
Hace milenios, los Señores de los Infiernos hicieron algo extraordinario: cooperaron. Se unieron para crear la Orden de la Desolación, caballeros que juraron servir a los Infiernos en primer lugar, y a su archidiablo patrón en segundo lugar.
La aceptación en la Orden de la Desolación convierte a un maleficador en un camarada con todos los demás maleficadores, independientemente del archidiablo al que sirvan. Cada archidiablo tiene iglesias, fanáticos clandestinos, sociedades secretas, sectas. Todos con líderes maniáticamente devotos al archidiablo que les otorga su poder. Pero esta asociación de maleficadores se considera por encima de las mezquinas disputas políticas que dividen a los nueve infiernos.
De los miembros de la Orden de la Desolación, también conocidos como los Desolados, se espera que sean inteligentes, ingeniosos, tácticos y manipuladores. Un templo o una secta podría concluir que la presencia de un desolador en su seno es una señal de que su archidiablo aprueba sus acciones, pero los desoladores son independientes. La orden se fundó para dotar a los Señores del Infierno de agentes capaces de actuar en todos los planos, libres del control directo de su patrón. Un ilusionista tiene muchas habilidades poderosas concedidas por su archidiablo, pero lo más valioso es la confianza de su patrón. Si se le deja a su aire, se espera que el maleficador siembre la discordia, el dolor, la lucha, el engaño y el miedo sin instrucciones ni supervisión.