Un demonio de sangre, o babau, tiene la astucia de un diablo y la sed de sangre de un demonio. Posee una piel curtida y tensada sobre su cadavérico esqueleto y un cuerno curvado que sobresale de la parte posterior de su cráneo alargado. La siniestra mirada de un babau puede debilitar a una criatura, mientras que sus garras brillan con un limo ácido.

Cautelosos y engañosos, los babaus hacen todo lo posible para asegurarse la victoria. Disfrutan jugando con oponentes menores cuando pueden hacerlo sin peligro. A pesar de su vigilancia y preparación, arremeten con vigor y salvajismo cuando por fin atacan. Su sadismo más sutil y su sigilo los diferencian de sus congéneres demoníacos más brutos; por ejemplo, capturan objetivos para torturarlos más tarde en lugar de derramar sangre inmediatamente.