Alzadas mediante oscuros rituales funerarios, las momias surgen de la amortajada quietud de una tumba o templo olvidados en el pasado. Cuando se las despierta de su letargo, castigan a los intrusos con el poder de su impía maldición.

Los largos rituales funerarios que se realizan al enterrar a una momia ayudan a proteger su cuerpo de la podredumbre. Durante el proceso de embalsamamiento se retiran los órganos del recién difunto para ser conservados en frascos especiales y el cuerpo es preparado con aceites preservadores, hierbas y telas. Una vez terminado este proceso, el cadáver suele acabar envuelto en vendajes de lino.

Las momias son creadas cuando el sacerdote de un dios de la muerte u otra deidad oscura lleva a cabo un ritual que imbuye de magia negra un cuerpo previamente preparado. El ritual concluye con una invocación a la oscuridad, pero antes de eso se inscriben multitud de símbolos nigrománticos en las vendas que recubren el cadáver. La momia aguanta pacientemente su muerte en vida, animándose cuando se producen las condiciones especificadas durante el ritual. En la mayoría de los casos, estas circunstancias suelen ser faltas contra la tumba, tesoros, tierras o antiguos seres queridos de la momia.

Una vez fallecido, el individuo no tiene ni voz ni voto en la decisión de si su cuerpo es conservado como momia. Algunas momias fueron individuos poderosos que contrariaron a un alto sacerdote o faraón, o criminales acusados de traición, adultero o asesinato. Como castigo, fueron malditos con la muerte en vida por toda la eternidad; embalsamados, momificados y encerrados. Pero, a veces, las momias que sirven de guardias de tumbas son creadas a partir de esclavos asesinados con el único fin de ser útiles a un propósito más importante que ellos.