Un cerebro anciano, la máxima expresión del dominio de los Azotamentes, lleva a cabo sus maquinaciones enviando órdenes mentales a criaturas cercanas y lejanas desde su tanque lleno de una solución viscosa mientras sus siervos garantizan su subsistencia. Para él, las mentes de otras criaturas son lienzos en los que reescribe sus pensamientos y da forma a sus sueños.

Un cerebro anciano sobrevive a base de consumir los cerebros de otras criaturas. Si los azotamentes a su servicio no le traen sustento directamente, extenderá sus tentáculos mentales para atraer criaturas de las que alimentarse. Cuando un azotamentes muere, el resto de sirvientes usan su cerebro para alimentar a su amo, que absorbe el conocimiento y las experiencias que contiene. Los azotamentes conciben esta unidad con el cerebro anciano como un estado sagrado similar al más allá.

Los cerebros ancianos reciben este nombre entre los no ilícidos por ser el centro de comunicación de toda una colonia de azotamentes, cumpliendo una función similar a la del cerebro de un organismo. La colonia, vinculada al cerebro anciano, actúa como un solo ser y coordina sus movimientos como si cada ilícido fuera el dedo de una mano.

Un cerebro anciano considera que las cosas más importantes del multiverso son él mismo y sus deseos; para él, los azotamentes de la colonia no son más que extensiones de su voluntad. Cada uno gobierna su colonia en función de su personalidad única y del conocimiento y las experiencias acumuladas. Algunos son dirigentes tiránicos, mientras que otros actúan como sabios, consejeros y repositorios de información y conocimiento para los azotamentes.