Decidimos ir hacia el asentamiento hacia el noreste y llegamos a ver una montaña de cadáveres putrefactos, apilados por enfermedad.
Nos alejamos de ahí que buena gana de morir entre vómitos y fiebres y buscamos lugar para montar campamento. Encontramos una montaña de hojas y un fuego apagado, el Ermitaño dice que ahí han estado al menos tres personas. Un fuego apagados. Yo veo que hay algo enterrado como una daga y empiezo a escarbar para desenterrarlo . Sale una cucharon metálico, que siempre útil para cocinar o hacer potingues y también encuentro una cosa circular, una brújula, que apunta siempre hacia el suroeste por lo que parece rota aunque tiene ligero resto de magia.
Valkaar encuentra huellas de lobos y de humanos, hombres y mujeres de hace unos dos días. Por la noche durante la guardia hay rugidos de lobos que luchan entre ellos, eso lo oye Drenis que nos despierta.
¡Nos atacan los lobos! ¡Bueno, Lobisomes!
¡Malditos hijos de perra! Pelean duro y uno abre en dos a Sykh y otros dos me muerden y me hieren gravemente. Valkaar dice que me he quedado inconsciente pero revivo por el poder de las llamas. Me bebo una poción de las mías y aun con una herida fea, vuelvo al combate y conseguimos derrotarlo aun con la muerte de Samuel Tercero.
¡Poco nos duran los aliados, no parecen estar a al altura!