Estruendo
La luz del sol filtrándose a través de los vitrales del Templo de Valmont iluminaba suavemente el comedor principal. Los miembros del grupo se reunieron para desayunar después de una noche llena de emociones y misterios. Gareth, con su mirada curiosa, observó cómo Vondal y los demás se sentaban a la mesa. Mientras degustaban el pan recién horneado y la miel dorada, un estruendo ensordecedor sacudió todo el edificio. Las ventanas vibraron y el aire pareció helarse por un instante. Algunos de los presentes miraron sorprendidos hacia los alrededores, pero otros continuaron comiendo, como si el ruido no les hubiera afectado en absoluto.
La intriga se apoderó del grupo, y Gareth no pudo evitar preguntar en voz alta qué había sido ese ensordecedor estruendo. No obstante, sus compañeros parecían tan perplejos como él. Ninguno sabía con certeza qué había desatado tal conmoción en el tranquilo templo. Vondal, buscando respuestas, se acercó a un anciano que llevaba años viviendo y sirviendo en el templo. Con mirada sabia y arrugas marcadas en el rostro, el anciano escuchó la inquietud de Vondal. Sin embargo, lamentablemente, tampoco tenía una explicación para lo ocurrido.
En ese momento, un grupo de exploradores, vestidos con atuendos que denotaban sus travesías por tierras lejanas, se acercó apresuradamente. Habían sido enviados para investigar el extraño suceso que había alarmado a los ciudadanos de las calles cercanas. Con rostros serios, informaron que, a diferencia de lo que se había pensado inicialmente, no hubo viento ni señales de que algo externo causara el estallido. No encontraron escombros ni rastros de algún objeto desplazado por la fuerza del ruido. La teoría del vendaval repentino se desmoronaba. El hombre que previamente había hablado con Vondal se acercó, tratando de infundir tranquilidad. Le aseguró que no cejarían en su investigación y que, mientras tanto, Petros deseaba verlos en su despacho.
Hacia Freyshield
Petros los recibió con una amable sonrisa y les pidió que tomasen asiento alrededor de una gran mesa de roble tallado. Sus ojos resplandecían con una chispa de determinación, y su voz resonaba con autoridad mientras comenzaba a hablar.
"Hoy, hemos sido convocados para una audiencia crucial en Freyshield", anunció Petros, mirando a cada miembro del grupo con seriedad. Los aventureros asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. Gareth, en particular, mostraba inquietud en su mirada. Se acercó a Petros y le preguntó con franqueza: "¿Crees que el consejo realmente escuchará nuestras palabras?"
El capitán reflexionó por un momento antes de responder: "Nunca he estado presente en una audiencia del consejo, pero sé que las decisiones más importantes que afectan a nuestros Reinos se han tomado en esa sala. Confío en que, esta vez, seremos escuchados". Gareth asintió, apreciando la confianza que Petros depositaba en ellos. Sin embargo, su mente aún estaba preocupada por las maquinaciones que podrían conspirar en su contra. "Los círculos de Freyshield y Waterdeep harán todo lo posible por desacreditarnos", advirtió, mostrando su escepticismo. "Es cierto", aceptó Petros. "Pero también saben que algo oscuro está en movimiento, y si no confiaran en nosotros, no se movilizarían de esta forma. Debemos estar preparados para enfrentar cualquier obstáculo".
Con las palabras del capitán resonando en sus corazones, el grupo se dedicó a los preparativos para el viaje. La misión hacia la capital del Reino de Valiria sería ardua y peligrosa, y no había tiempo que perder. Los siguientes momentos fueron dedicados a asegurarse de que estuvieran completamente preparados para enfrentar lo que sea que les esperara en Freyshield. Al final del día, los aventureros se encontraron en los muelles, observando cómo un majestuoso navío de la Alianza se balanceaba suavemente en las aguas del puerto. La tripulación estaba lista para zarpar, y el grupo se dispuso a embarcar en su épico viaje que les llevaría casi un mes.
La ciudad de las oportunidades
Tras un arduo viaje de veinte días por mar, el grupo de aventureros estaba finalmente a punto de arribar en Freyshield, una ciudad bulliciosa y llena de misterios. La travesía les había enseñado a confiar el uno en el otro, pero también habían aprendido a estar alerta ante cualquier acontecimiento inesperado. Y justo antes de desembarcar, una figura inusual captó su atención. Era un enano de avanzada edad, cuya presencia emanaba un aura de sabiduría y respeto. Su cabello y barba estaban cubiertos de canas que hablaban de incontables experiencias vividas. Aunque habían cruzado miradas con él en varias ocasiones durante el viaje, no habían intercambiado palabra alguna hasta ese momento. Petros, se acercó y lo presentó como Thomas Emberblood, el representante de la Alianza con quien compartirían la mesa. El enano los examinó con una mirada penetrante y asintió con la cabeza antes de marcharse sin pronunciar una sola palabra.
Desembarcaron en Freyshield y de inmediato se percataron de la efervescencia de la ciudad. Un gentío enfurecido se congregaba en las calles, y el grupo era escoltado por varios guardias para evitar cualquier acto de violencia. Insultos, objetos arrojados e incluso escupitajos les llovían a medida que avanzaban. Pero su determinación no flaqueó, y continuaron su camino hacia el castillo, donde se encontraban las diversas comitivas, entre ellas la de Renatus Stercy, a quien conocían y saludaron cordialmente.
Gareth se acercó a Renatus y le mostró la cabeza de Atthick, un temible dragón que llevaba en su mochila. Con sorpresa, Renatus reconoció que tal prueba sería imposible de refutar, pues demostraba sin lugar a dudas el regreso de los dragones. La conversación continuó y se mencionó la importancia de ganar la confianza de los Harpers, y que deberían convencer al novato representante del grupo, un individuo con buenas intenciones. En ese momento, el susodicho novato ingreso en la sala. Petros se disculpó amablemente y se dirigió hacia un viejo amigo que había visto entre los arpistas presentes. Su rostro se iluminó de emoción al reencontrarse con aquel conocido, y juntos se sumergieron en una charla que auguraba nuevas alianzas y oportunidades.
Representantes
Los miembros del grupo se encontraban en la antesala, ansiosos y nerviosos por lo que les esperaba en la audiencia. Renatus, su guía y mentor en esta nueva y peligrosa misión, los reunió en un rincón apartado para explicarles el proceso que se avecinaba. "Escuchen atentamente, amigos míos", comenzó Renatus con su voz profunda y reconfortante. "Ingresarán a una sala circular, dividida en cuatro plantas, cada una representando diferentes niveles de jerarquía. El último nivel será donde se sitúen ustedes, en la mesa central. Ahí es donde los representantes decidirán la sentencia."
Renatus prosiguió detallando la lista de los representantes de cada nivel, mencionando a Simon Mistsplitter como el delegado de Ruihan, Thomas Emberblood como el representante de primer nivel de la Alianza de los Lores, y a Laeral Silverhand como la representante de cuarto nivel. Sin embargo, las malas noticias llegaron con los representantes de Valiria, Amelia Cassalanter en el primer nivel y Rowan Fistsun en el cuarto.
La tensión se palpaba en el ambiente mientras esperaban en la antesala. Al fin, se abrieron las puertas y un anciano con una túnica adornada con los escudos de Freyshield y el Colegio de Hechiceria de Agnaste hizo su entrada. Las comitivas se acomodaron en sus respectivos lugares mientras el anciano, Benedict Rittingham, se presentó como el mediador que auspiciaría la audiencia. La audiencia comenzó, y Amelia tomó la palabra solicitando que todas las pertenencias de los presentes fueran retenidas. Uno de los guardias se aproximó a Gareth para cumplir con la orden. Sin embargo, al ver el objeto que Gareth quería usar como evidencia, la cabeza de Atthick, el guardia quedó paralizado y dejó que el paladín se quede con la evidencia.
Declaraciones
La sala estaba llena de expectación mientras los miembros del grupo se acomodaban en sus asientos, preparándose para revelar la verdad que habían descubierto. Vondal se levantó, su voz resonando en la habitación, y comenzó a hablar en tono firme y convincente. "Saludos a todos", dijo Vondal mientras miraba a su audiencia con determinación. "Mi nombre es Vondal el Sabio, y hemos convocado esta audiencia para exponer la verdad sobre el regreso de los dragones y el incendio en la ciudad de Greenest, un evento que ha sido ocultado al mundo. Todo fue causado por un poderoso dragón azul".
Amelia intentó interrumpir a Vondal varias veces, pero Benedict la detuvo con una mirada seria. Luego, se dirigió al grupo y planteó una pregunta crucial: "¿Tienen alguna prueba para respaldar sus afirmaciones?". Gareth se puso de pie y levantó la cabeza del semidragón Atthick para que todos los presentes la vieran. Un murmullo de asombro recorrió la sala mientras los ojos se clavaban en la inquietante muestra. "Aquí está la evidencia de la existencia de los dragones y su peligroso regreso", declaró Gareth con voz grave y convincente. En ese momento, una voz se alzó desde las gradas de espectadores. Era Zivior, el viejo hechicero. "Así se hace, Gareth", exclamó Zivior con entusiasmo, apoyando la revelación del grupo.
Alice Woodleaf, una representante de la Alianza de los Lores, se levantó de su asiento y compartió su perspectiva. "Desde nuestra organización, hemos recibido informes sobre el sonido del cuerno, un artefacto antiguo utilizado para alertar a los dragones en caso de una eventualidad", dijo Alice con seguridad. "Escuchamos su clamor hace algunos días". Los murmullos se propagaron por la sala mientras la gente debatía sobre las palabras de Alice. Sin embargo, Amelia, persistente en su escepticismo, desacreditó el comentario al atribuirlo a un simple fenómeno meteorológico.
El camino
Benedict, consciente de la necesidad de pruebas más sólidas, solicitó que el grupo explicara cómo obtuvieron la cabeza del semidragón. Gwyreth Argoryn tomó la palabra y comenzó a relatar todas las aventuras del grupo desde su última visita a Freyshield. Gwyreth describió detalladamente la visita a Greenest, la persecución implacable del Culto del Dragón, la peligrosa infiltración en un navío enemigo y, finalmente, la emocionante llegada y destrucción del Castillo Flotante. Su narración estaba repleta de momentos de intriga, valentía y sacrificio.
Amelia no pudo contenerse y interrumpió, mencionando un hecho desconocido para muchos en la sala. Señaló que en la visita previa del grupo a Freyshield, Valiria les había proporcionado un escriba para documentar sus acciones y doce soldados para acompañarlos en su travesía. Sin embargo, ninguno de ellos había regresado y seguían desaparecidos. Gwyreth explicó que, lamentablemente, al ingresar a las caravanas de Baldur's Gate, perdieron todo rastro de los soldados y el escriba enviado por Valiria.
En medio de la magnífica sala circular, Vilaris continuó su relato, narrando los oscuros detalles del ritual para despertar a Tiamat. Su voz resonaba en los altos muros, mientras los presentes escuchaban con asombro e inquietud. El sacrificio, un tema atroz pero necesario para comprender la urgencia del ataque al pueblo, dejó a todos perplejos.
Cuentas pendientes
Amelia, con sus ojos desafiantes, trató de cambiar el enfoque de la conversación acusando al grupo de ser criminales. Mencionó la masacre de la guardia de Waterdeep y el asesinato de un aprendiz del Templo de Gond por "Robert Monpellier". Gareth, manteniendo la calma, aseguró que no se opondrían a enfrentar la justicia si eso era necesario, pero que el momento actual requería discutir el regreso de los dragones. La veracidad de las acusaciones de Amelia sería debatida en su debido momento.
En un momento tenso, Vilaris aprovechó para cuestionar el supuesto suicidio del gobernador Nighthill, arrojando una sombra de duda sobre el caso. Benedict intervino para detener la escalada de tensión. Pidió un receso para deliberar el veredicto y llevó a los presentes a la solemne antesala del castillo. En aquel lugar apartado, Renatus compartió su optimismo. Creían haber convencido a los presentes de la amenaza que representaba el regreso de los dragones, pero sabían que aún debían enfrentar los cargos en su contra, una tarea ardua y complicada. Tras unos minutos de reflexión, fueron guiados de vuelta a la majestuosa sala circular.
Veredicto
En el majestuoso salón, los ojos expectantes de los presentes se posaban sobre Artus Cimber, el representante de los prestigiosos Harpers, cuyo aura parecía impregnada de misterio y sabiduría ancestral. Una fina capa de polvo flotaba en el aire, iluminada por las tenues luces que brillaban desde las antorchas cercanas. Las altas columnas de mármol sostenían el techo abovedado, y el suelo de piedra estaba decorado con intrincados patrones mágicos. Con una voz clara y resonante, Artus se levantó de su asiento y su figura se destacó entre la penumbra.
"Tras analizar detenidamente las pruebas presentadas y escuchar los relatos de los valientes aventureros, la audiencia ha llegado a la conclusión de que el regreso de los dragones es una realidad innegable", declaró con solemnidad. "En mi calidad de representante de los Harpers, ofrezco nuestro apoyo incondicional a este grupo de intrépidos y honrados individuos que han enfrentado valientemente esta amenaza ancestral." Las murmullos de aprobación y admiración se propagaron entre los presentes. Los ojos brillantes de los aventureros se encontraron, y un gesto de unidad y gratitud se manifestó en sus rostros.
Consecuencias
Sin embargo, la sesión aún continuaba, pues había otros asuntos por resolver. Benedict indicó que se proseguiría con la evaluación de las acusaciones presentadas por Amelia Cassalanter, representante de Valiria. El silencio se adueñó nuevamente de la sala mientras los presentes esperaban las palabras de la enigmática mujer. Amelia tomó la palabra, y su voz resonó con firmeza en el salón. "Denuncio el asesinato de setenta guardias a manos de Gareth Sunbringer", proclamó con seriedad. La atención de todos se concentró en el paladín, cuya mirada revelaba una inquebrantable determinación. Con elocuencia y temple, Gareth hizo su defensa. Describió cómo habían sido abordados por setenta guardias en número abrumador, mientras que ellos, solo cinco, de los cuales tres estaban desarmados. Relató cómo el collar de fireball había sido un último recurso para defenderse y protegerse.
El salón escuchaba atentamente las palabras del paladín, y algunos presentes asentían en señal de comprensión. Gareth continuó su relato, exponiendo cómo habían sido arrestados sin causa justa y cómo el líder de la guardia, Hyustus, había intentado extorsionarlos en busca de beneficio personal. Amelia escuchaba con interés, pero no se dio por vencida. Aprovechó la mención de Hyustus para lanzar una nueva acusación. "¡Y, además, asesinaron a Hyustus, cortándole el cuello!", exclamó señalando al grupo de aventureros. Un murmullo de sorpresa e incredulidad se apoderó de la Corte de los Arcanos. Los aventureros se miraron entre sí, desconcertados por la nueva acusación. Gareth se mantuvo firme, negando cualquier implicación en el lamentable destino del líder de la guardia.
En las sombrías y majestuosas dependencias del Castillo de Freyshield, las vidas de los valientes aventureros se encontraban en un delicado equilibrio. Gareth, movido por su devoción al deber y a sus compañeros, se alzó sin titubear y declaró su culpabilidad en los hechos que se les imputaban. Con una mirada cargada de determinación, trató de absolver a los demás de cualquier responsabilidad, anhelando que solo él pagara las consecuencias y el resto pudiera continuar su lucha contra el Culto del Dragón.
La audiencia continuó su curso, y cada minuto pareció una eternidad mientras las miradas de los presentes se entrecruzaban en el tenso ambiente del salón. Finalmente, Benedict, el anciano magistrado, solicitó un breve receso para deliberar sobre el veredicto final. Los corazones de los aventureros latían con intensidad mientras esperaban con ansias la resolución que determinaría el curso de sus vidas.
Cambio de responsabilidades
Tras unos largos minutos que parecieron una eternidad, Benedict regresó a la sala acompañado de los representantes de primer nivel, entre los cuales destacaba la maliciosa y socarrona sonrisa de Amelia Cassalanter. El silencio se apoderó nuevamente de la estancia, y cada palabra que el anciano pronunciaba resonaba con eco mágico en los oídos de los presentes. Con voz solemne, Benedict comenzó a leer la sentencia que marcaría el destino de los acusados. Gareth sería condenado a 134 años de prisión, Vondal, despojado de todos sus títulos y exiliado del Templo de Waterdeep, y el resto del grupo sentenciado a 5 años de reclusión por ser considerados cómplices de los delitos imputados. La devastación se reflejó en los rostros de los aventureros al escuchar el veredicto.
Sin embargo, la esperanza resurgió en un momento crucial. Renatus dio un paso al frente y solicitó la palabra. Su voz resonó con firmeza ante la audiencia. "El Reino de Ruihan se ofrece a pagar el monto necesario para obtener la custodia y el control total sobre las responsabilidades de los detenidos", declaró con convicción. Amelia Cassalanter, enérgica y desafiante, objetó de inmediato: "¡No! ¡No puede hacer eso!". Pero Renatus no se dejó amilanar. "Por supuesto que puedo, Amelia. Existe una ley que me lo permite, y deberías saberlo perfectamente, ya que fuiste tú misma quien la propuso", replicó con calma.
Sin mirar atrás
Benedict, imparcial y justo, confirmó que la ley respaldaba la oferta de Renatus, y decretó que, a partir de ese momento, el Reino de Ruihan sería el encargado de administrar la condena de los acusados. Un alivio indescriptible invadió a los aventureros, quienes agradecieron efusivamente a Renatus, quien aconsejó prudencia y la pronta partida de Valiria. Con sonrisas de gratitud y determinación en sus miradas, el grupo se dispuso a marcharse, dejando atrás a Amelia Cassalanter, cuyo rostro reflejaba la furia que consumía su alma.
El grupo fue sin mirar atrás hacia los muelles donde la comitiva de la Alianza de los Lores se estaba preparando para zarpar lo antes posible. Sin mirar atrás subieron al barco rápidamente y en el segundo en el que dejaron de pisar Freyshield el barco comenzó a alejarse. Sabían que la resolución había sido favorable, pero ahora debían cuentas al Reino de Ruihan que podría aprovecharse de su situación. Pero ese no era el único problema que veían a corto plazo, porque había algo de lo que estaban seguros, Amelia Cassalanter no se quedaría cruzada de brazos.