En contraste con la importancia religiosa de los Seppun y la riqueza e influencia de los Otomo, los Miya habitan tierras modestas en tamaño, pobres en riqueza y relegadas a una parte distante del Imperio, casi como si el Emperador se avergonzara de la familia imperial más joven y pequeña. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los Miya eligieron sus tierras por sí mismos, seleccionando la humilde región como recordatorio de su deber y del lema de su familia: "No hay héroes Miya". Que esto les obligue a recorrer largas distancias para cumplir con su deber es un reto extra que aceptan encantados.
La solitaria provincia de los Miya está enclavada al pie de las montañas del Espinazo del Mundo, un lugar de onduladas estribaciones que dan paso a amplias llanuras abiertas. Muy poca de esta tierra ha sido cultivada adecuadamente, y gran parte de ella está dedicada a la belleza natural: arroyos y cascadas en las montañas, bosques ligeramente arbolados en las colinas y praderas ondulantes y flores silvestres en las llanuras. Hay algunas aldeas agrícolas dispersas por la provincia, la mayoría cerca de Kyuden Miya; se llaman Genmai Mura, o Aldeas de Arroz Pardo, un guiño a la aceptación de lo común por parte de los Miya. Sin embargo, hay algunas zonas notables en la provincia que invierten esta tendencia general... la más evidente es el propio castillo de la familia Miya.