Cinco Noches de Vergüenza

La mañana en que Chuda Tamihei se hizo con el control del Clan de la Serpiente, un joven sordo hizo sonar la campana de un templo tras recibir el martillo de una mujer desconocida, posiblemente Jizo, la Fortuna de la misericordia. El Consejo de los Cinco oyó la campana y cuando el Maestro del Agua escrutó un estanque helado, la familia Isawa se enteró de que el otrora noble Clan de la Serpiente no sólo había caído en manos del maho, sino que había sido poseído por un Shuten Doji. El Consejo de los Cinco se dio cuenta de que no podían permitir que el mal escapara de la Llanura del Corazón del Dragón bajo ninguna circunstancia.

En pocos días, las fuerzas del Clan del Fénix descendieron sobre la Serpiente en una oleada de muerte. Los Maestros Elementales utilizaron sus poderes para detener la propagación del sonido, porque con él llegaba la posesión del Shuten Doji. Cuando llegaron a la ciudad, el ejército de la Serpiente les salió al encuentro, dispuesto a luchar. El Maestro del Aire sofocó el aire de sus pulmones para rodearlos en silencio, y los tres mil samuráis murieron sin hacer ruido. Los primeros en caer fueron un grupo de exploradores ronin, que fueron masacrados por los Maho-tsukai Serpiente. Con su sacrificio, los Maestros Elementales aprendieron a proteger a los suyos.

La magia de los Isawa y el acero de los Shiba atacaron por la noche, cuando los Shuten Doji vagaban por Shiro Chuda y, tras cinco noches, todos los hombres, mujeres y niños fueron destruidos hasta que no quedó ni un alma viviente de la antaño honorable Serpiente.

Una vez que la noticia de la matanza llegó al resto de Rokugán, la reacción fue de indignación universal. Los clanes no podían creer que el pacifista Fénix hiciera algo así. El propio Hantei Kusada envió una misiva al Fénix, exigiendo una explicación de sus acciones.

La respuesta de los Maestros fueron dos simples palabras: "Nunca más".

Un magistrado del Fénix, Isawa Tsuneo, desapareció cuando estaba determinando el destino del Shuten Doji. El noble magistrado dio su vida para atar al Shuten Doji en su tumba. Colocó varias protecciones que debían permanecer activas para evitar que el espíritu escapara.

Un vasallo solitario, un siervo familiarizado con el maho, escapó de la destrucción. Se escondió y pasaría los años que le quedaban practicando magia de sangre en secreto. Enseñaría los secretos a su hija, que a su vez se los enseñaría a su hijo, y así sucesivamente, estableciendo la línea secreta de la Serpiente durante los siglos venideros.