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Hay muchas opiniones contradictorias sobre dónde se sitúa el hogar de los yordles, aunque son solo unos pocos mortales los que aseguran haber cruzado los senderos invisibles que conducen a una tierra de un misticismo peculiar más allá del reino material. Se habla de un lugar donde la magia es libre, donde los imprudentes pueden ser tentados por una miríada de maravillas, y quedar atrapados en un sueño...

Se dice que en Ciudad de Bandle las sensaciones son más vívidas para quienes no son yordles. Los colores son más brillantes. La comida y la bebida intoxican los sentidos durante años y, una vez probadas, son imposibles de olvidar. La luz del sol es de un dorado perenne, las aguas son cristalinas y cada cosecha es abundante. Es posible que algunas de esas afirmaciones sean ciertas, o quizá ninguna lo sea, puesto que nadie es capaz de ponerse de acuerdo sobre lo visto allí.

Solo una cosa se sabe con certeza, la condición atemporal de Ciudad de Bandle y sus habitantes. Eso podría explicar por qué a menudo los mortales que consiguen regresar han envejecido desmesuradamente, mientras que muchos otros no regresan nunca.