A la mañana siguiente de su expulsión, el malogrado Horacio Mascajuncos debe resolver el enigma que resultó de que, en una abertura espacio-temporal al leer un misterioso tomo, un Aartuk intentara atacarle. Es por eso que acude con presteza al despacho del profesor de Botánica Drogo Vuelcalomas, destacado por sus investigaciones acerca de la flora inteligente.