Kanka is built by just the two of us. Support our quest and enjoy an ad-free experience — for less than the cost of a fancy coffee. Subscribe now.

  1. Journals

Vargas - Conversacion con el Padre Beoca

Relato

''Quien con monstruos lucha, cuide a su vez de convertirse en uno. Cuando miras largo tiempo al abismo, él también mira dentro de ti.´´
 Vargas ''Gloomfang´´ Inquisidor de los Manto Negro.

 Inmerso en un profundo vacío, en el más absoluto silencio, reside una imperturbable oscuridad.
Como un faro en la lejanía de manera intermitente, parpadean las pupilas de unos ojos grises que se ensanchan para intentar atisbar algún tipo de forma, unos ojos experimentados que han visto, quizá... demasiado.
Nada... no consigue ver nada... de pronto, un resplandor los ciega fugazmente.

Un sudor frío le recorre la nuca, se incorpora de su lecho, de forma súbita. Una de sus manos se afianza fuertemente contra su pecho sudoroso. Su corazón bombea sangre a una velocidad alarmante. De repente, un subidón de adrenalina recorre de manera relampagueante todo su ser. Vuelve a parpadear, esta vez con éxito logra esclarecérsele la vista. El Calor de una lumbre cercana lo reconforta momentáneamente y le permite adaptarse a la penumbra. No hay peligro alguno. Todo ha sido un sueño.

-¿ Qué son estas visiones tan fatídicas que perturban mi descanso?¿Qué es esta sensación tan tétrica que ronda mi alma?-Dice Vargas para sus adentros mientras se frota la cabeza.

-Algo no anda bien, algo desolador ha pasado esta noche.- Dice justo después de rezarle una plegaria a Príos.

-La luna esta rojiza y presenta manchas oscuras.-Dice mientras se asoma a la ventana para que le de un poco de aire fresco.

-Debo apresurarme y ver qué sucede. Mas he de recuperar la compostura y pensar bien antes de actuar. Los Impetuosos son pasto de gusanos y sus nombres quedan esculpidos en piedra, llenando innumerables cementerios.-Piensa para sí, mientras se termina de vestir y calza sus botas.

 Medía hora mas tarde...
 -Vargas, mal rayo me parta. ¿A qué se debe... -Dice Casius, mientras es interrumpido por una voz atronadora.
 -Sir Ca-si-us I-ron-fist, no suelte improperios en mi presencia. Mucho menos en la casa del Señor. -Dijo el Padre Beoca mientras sacaba lustre a una de las estatuillas sagradas, del transepto de la iglesia.
 -Padre, Casius; os he convocado con tanta urgencia para hablar aquí, lejos de miradas y odios impíos.-Dijo Vargas con una voz exaltada por la gravedad del asunto.
 -Lo sé, hijo mío, lo sé. Yo también he sentido algo... un mal pálpito. Un Agorero se me ha aparecido en sueños. Haciéndome sentir un hondo vacío.- Dijo el Padre Beoca mientras se acercaba al altar.
 -Aquí tengo el libro que me pidió Padre, tuve que despertar al biblotecario del temple, no le hizo ni pizca de gracia. Ahora estoy en deuda con ese vejestorio cascarrabias y TÚ CONMIGO, VARGAS. Más te vale que esta urgencia tuya requiera el esfuerzo de haberme sacado de mi lecho. Ni si quiera me ha dado tiempo a pertrecharme bien con tanta prisa. Espero que no tengamos que meternos en faena a estas horas tan intempestivas...-Dijo Sir Casius malhumorado y de mala gana, mientras colocaba el libro en el altar.
 -Con esto, ya queda saldada tu deuda Casius, se podría decir que estamos en paz.-Dijo Vargas mientras se acercaba al altar, dejando caer su mano izquierda sobre el libro que depositó Sir Casius.
 -Con ésto y con el resto de los quehaceres que has delegado en nosotros, querrás decir ¿No? Espero que no nos demore mucho, quiero regresar a mi lecho antes del alba.-Añadió Sir Casius mientras también acercaba su mano izquierda al libro.
 -Venid Hijos míos, acercaos.-Dijo el Padre Beoca mientras ponía sus manos sobre las de sus compañeros.
 Al cabo de unos minutos, un silencio solemne invadió toda la iglesia, un silencio casi sepulcral. Un silencio que fue entremezclándose con unos leves y profundos susurros espaciados...
 Raido... Sowilo...
 Raido... Isa...
El rezo había comenzado, un coro a tres voces cuya sonoridad se elevaba paulatinamente, llegando a inundar toda la nave. Claramente se escuchaban ya las palabras arrastradas por el eco chocando contra la piedra.

Thurisaz, Uruz, Raido, Sowulo,
Naudiz, Teiwaz, Raido, Isa.
Thurisaz, Uruz, Raido, Sowulo,
Naudiz, Teiwaz, Raido, Isa.
Thurisaz, Uruz, Raido, Sowulo,
Naudiz, Teiwaz, Raido, Isa.

 De repente, un haz de luz salió del libro de forma ascendente e iluminó con un destello impetuoso, cubriendo todo y a todos los que allí estaban. La plegaria había sido escuchada, el rito había concluido.
-Ya estamos preparados, podemos partir. Mas estaros alerta en todo momento. Esta noche un  mal de antaño mora en Fuerte Espina, sombras  que dormitaban han despertado.-Dijo el Padre Beoca mientras oscilaba un manojo de llaves, procediendo a cerrar el portón principal.

Anduvimos horas bajo la impía luz de la luna, guiados por el ojo místico del Padre Beoca y el agudo olfato de Sir Casius. Hasta que divisamos una zona desprovista de luz de manera casi antinatural. Un silencio absoluto invadía las estrechas y lúgubres calles de la zona. De repente unas sombras mas oscuras que el ébano huían despavoridas. Presas del pánico, descoordinadas y erráticas. Nos abalanzamos sobre ellas. Las abatimos a todas sin esfuerzo, tras una combinación de certeros golpes sacros y plegarias a Prios.

Entramos al lugar de donde huyeron aquellas ruinosas criaturas. Parecía una especie de taller abandonado. No tardamos en dar con una sala que daba acceso a lo que parecía ser una cripta subterránea. Allí encontramos los cadáveres calcinados de varios individuos entre los que se encontraba el de Caín y el de una teurga, también vimos un gran surco en el suelo negro y ruin. Sin duda los restos de alguna gran abominación demoníaca. Con pesar en nuestros corazones tomámos reporte de todo aquello. El Padre Beoca empezó a sacralizar la zona con ayuda de unos teurgos que vinieron más tarde. Sir Casius con sus templarios acotó la zona y montó guardia hasta que el proceso de purga fue completado. Sin lugar a dudas se había llevado a cabo algún ritual macabro de invocación. El resto de la noche tanto yo como el resto de mi división de mantos negros interrogamos a tantos como pudimos dentro del perímetro establecido. Tan solo logramos conseguir un nombre entre llantos y balbuceos. Fargos... el Padre Fargos.
 Al parecer fue visto salir de Fuerte Espina a paso veloz. El Padre Beoca una vez informado de la situación, me encomendó en nombre de la Iglesia seguirle la pista. Esto para mí no era un encargo de la Iglesia, se había convertido en algo... personal.