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-  Espectaculo con luchas contra bestias, abominaciones, etc.

- Jilgo el Gris lucho aqui para conseguir la cria de abojalí para Gelthar


Casi todos los habitantes del Fuerte asocian el concepto «Día de Lucha» con un aumento de la tensión en el aire, debates acalorados y unas ganas casi agobiantes de que se ponga el sol. Por supuesto, es una emoción mucho más intensa la que sienten las trescientas almas que han podido permitirse una de las entradas de la preventa ( entre 3 y 10 táleros según el asiento). Los que no son tan afortunados se dedican a apostar por sus favoritos, y bastantes más de las doscientas personas a las que se permite la entrada comienzan a hacer cola en la plaza de la Reina mucho antes de que se abran las puertas. Quienes se ven obligados a permanecer fuera se suelen quedar allí para escuchar los rugidos y el bullicio que salen de la arena. La mayoría de ellos gasta el dinero que les queda en hacer una última apuesta.

En el interior del Abominatorio, el espectáculo suele comenzar con luchas entre adversarios humanos, uno contra uno o en grupos, y se acaban cuando uno de los dos bandos se rinde. Los gladiadores nómadas y los que tienen residencia fija en otros lugares se enfrentan a los favoritos de Fuerte Espina, como la Doncella del Sol y sus rizos dorados o el viejo pero aún poderoso veterano de guerra Madrago. Destaca la lucha legendaria en la que la Doncella del Sol peleó contra el maestro gladiador Hadaro «Aplastacráneos» de Yndaros, ambos estaban a punto de desangrarse cuando la heroína local se las arregló parar asestar el golpe decisivo.

El Día de Lucha siempre acaba con un evento impresionante, que normalmente está relacionado con Davokar. Las luchas contra (o en ocasiones entre) bestias salvajes son bastante habituales, pero si la audiencia pudiera elegir optaría por otros combatientes. Hay tres espectáculos de los que todavía se habla en las tabernas de la ciudad: la rebelión de los trasgos, el levantamiento bárbaro y el ataque del abismo.

En el primero de ellos, los gladiadores ambrios se enfrentaron a una feroz tribu de trasgos, mientras que en el segundo pelearon contra los miembros de un grupo rebelde del clan Karohar a los que habían capturado tras un intento fallido de asaltar Kastor.

Durante el ataque del abismo el público tuvo la oportunidad de ver (probablemente por última vez) a quince gladiadores luchar contra un abojalí capturado previamente y gravemente marcado por la corrupción. Solo sobrevivieron cuatro de ellos y hubo que añadir a casi veinte espectadores insensatos a la lista de muertos y mutilados.