Los Riftborn podrían muy bien ser la única especie “alienígena” real que vive en la galaxia Endless, ya que no proceden de uno de sus muchos sistemas estelares, sino de otro universo completamente distinto. Tras un misterioso accidente con el Polvo, una brecha conectó nuestro universo con el de los Riftborn, una extensión blanca de orden perfecto y belleza matemática llamada Coroz.
Al entrar en contacto con las leyes de nuestra realidad, Coroz se vio corrompido por conceptos incompatibles con su naturaleza: entropía, caos, desorden, azar y tiempo inundaron la brecha y se extendieron como una enfermedad por el prístino universo del Riftborn. Obligadas a actuar, varias de estas extrañas criaturas manifestaron cuerpos cuasi-robóticos para poder habitar en este universo y atravesaron la brecha para no volver jamás.
UNA PERSPECTIVA ALIENÍGENA
Los Riftborn no tienen un concepto natural del tiempo, la entropía o el caos. El acto de la depredación, la reproducción e incluso la vida carente de pensamiento les resulta ajeno y profundamente inquietante. Los Riftborn no ven un campo de hierba, sino una extensión de autómatas fotosintéticos irreflexivos que se alimentan unos de otros para fabricar sofisticadas armas químicas. En lugar de un animal, ven una masa de cadenas de carbono autorreplicantes a la caza de criaturas similares a sí mismas para destruirlas y asimilarlas. En lugar de una persona, ven una imposibilidad: el pensamiento encerrado en una masa carnosa atravesada por descargas eléctricas. No hace falta decir que los Riftborn desprecian la vida en todas sus formas, aunque no se esfuerzan por destruirla. Entienden que este universo no es el suyo y se contentan con vivir en planetas aislados, helados y estériles.
ETERNO, INMEMORIAL
Coroz era algo más que un universo paralelo al nuestro: era un lugar idílico de tranquila contemplación en el que residían los Riftborn originales, adoptando las formas de figuras regulares multidimensionales. La vida en Coroz, si puede llamarse así, carecía de luchas, dolor y sufrimiento, pero también de cambio y progreso: un retrato eterno y quieto de un mundo perfecto. La plaga que se extiende por Coroz sigue corroyendo esta perfección y arruinando su belleza, aunque los Riftborn no saben muy bien cómo actuar. Las expediciones a Coroz o desaparecieron o fueron recuperadas sólo parcialmente, con exploradores que recibieron traumas psíquicos antinaturales y, en algunos casos, la muerte del Yo.
BLANCO PRÍSTINO
Los asentamientos y las naves espaciales de los Riftborn comparten motivos similares: elegantes diseños curvos, geometrías imposibles y partes flotantes se incorporan a la perfección en una forma inquietantemente bella, que optimiza tanto la forma como la función. Los propios Riftborn fabrican sus cuerpos de forma similar, utilizando una tecnología realmente alienígena para habitar cuerpos mecánicos vivos. Los Riftborn aborrecen cualquier forma de desorden: no hace falta decir que suelen vivir en planetas aislados, estériles o helados, en los confines del espacio galáctico. A pesar de que sus formas son horribles, los Riftborn interactúan a veces con otras especies, aunque sólo sea porque reconocen que su forma carnosa posee una mente similar a la suya.
LA SALVACIÓN ESTÁ POR LLEGAR
Varios Riftborn creen que Coroz está condenado, que su infección está demasiado avanzada para ser detenida. Sin embargo, algunos afirman que, en teoría, también podría ocurrir lo contrario: si Coroz fue contaminado por las leyes de este universo, tal vez sea posible torcer la naturaleza de esta realidad para imitar lo que fue un Coroz. Se está investigando la conversión de la materia entrópica en la esencia perfecta y cristalina de Coroz, pero los rumores difundidos por sus detractores afirman que los investigadores intentan convertir toda la galaxia en una cáscara sin vida de geometría blanca.