Panit Yae
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Panit Yae

Arcanomante
PNJ

Panit es una mida maga arcanomente que recorre el mundo en busca de aventuras.

Retorno al hogar.

Aunque le habría venido bien un baño y una cama mullida, Panit Yae no tenía intención de quedarse en Kiro más tiempo del estrictamente necesario.  Llevaba años sin visitarla pero no tardó mucho en sentir de nuevo aquella sensación opresiva, de rechazo, que tanto la había amargado durante su época de estudiante. Odiaba aquel lugar tan saturado de casas, tanto a nivel de suelo como sobre los árboles, donde sus habitantes se cruzaban continuamente unos con otros, absortos únicamente en sus quehaceres, creando un ruido de fondo que le retumbaba en los tímpanos y le impedía concentrarse. 

Entró por el camino del norte, pese a tener que dar un largo rodeo, para evitar coincidir con los comerciantes y viajeros que llegaban desde Nakuro, que muchas veces provocaban largas colas y pequeños disturbios con los cobradores de impuestos. La ruta del norte, en cambio, es poco más que un camino sencillo de tierra, sin apenas zonas empedradas, por donde los carros y las monturas avanzaban con dificultad, así que solo aquellos que buscan soledad, como los contrabandistas, acostumbran a usar esta entrada a la ciudad.

Una vez allí, trepó por la primera escalera que encontró y avanzó por el Alto Kiro en dirección a la plaza de los ancestros, donde giró hacia el oeste hasta alcanzar la casa del profesor Jayadi. El trayecto fue más cómodo de lo que esperaba, ya que desde su última visita a la zona habían reforzado mediante sogas las plataformas que recorrían el barrio, originalmente apoyadas únicamente sobre las ramas de los enormes árboles pharamah. La casa, en cambio, era justo como la recordaba; una imponente vivienda de dos pisos, construida en madera natural que se retorcía alrededor del árbol, formando hermosos salientes curvos que alguien había tallado para darles aspecto de espíritus de los bosques.

Panit se acercó, comprobó el contenido de su mochila, y llamó a la puerta con suavidad. Esperó unos segundos y cuando se disponía a llamar por segunda vez, la puerta se abrió. Al otro lado se encontraba una mujer mayor, vestida con un sobrio kimono carmesí y un obi de motivos florales, que saludó a Panit con una educada reverencia. Portaba en el pelo, que ya empezaba a blanquear, una banda de seda con el símbolo de la casa Jayadi así que Panit asumió que se trataba de la mujer del profesor.

Kih saeding —dijo mientras le devolvía la reverencia—. Estoy buscando al profesor Jayadi. Soy una antigua alumna suya y necesito su ayuda para tratar de identificar un artefacto mágico.

—Tú debes de ser Panit Yae—contestó la mujer con una media sonrisa—. Kih saeding. Kuwat solía hablarme de ti. Pasa y siéntate, por favor.

Para cuando se quiso dar cuenta, Panit se encontraba sentada en un cómodo salón interior, esperando que la mujer le trajese un té, con la fuerte sospecha de que algo no iba bien. Trató de asomarse a las habitaciones cercanas en busca de su antiguo profesor, pero no encontró ni rastro del mismo. Poco después, la mujer entró con una pequeña bandeja sobre la que había colocado dos vasos de té, se sentó frente a ella y le ofreció uno de ellos.

—¿No has estado en Kiro últimamente, verdad?— le preguntó con resignación. 

Panit no pudo más que asentir.

—Las cosas han cambiado mucho por aquí— continuó la anciana—. Sobre todo, para los vuestros.

—¿Los míos?

—Para los arcanomantes. Como mi amado Kuwat.

La mujer desvió la mirada de su invitada y sus ojos se cubrieron de lágrimas, aunque rápidamente extrajo un pañuelo del interior del kimono y se limpió con él.

—¿Qué le ha pasado? ¿Se encuentra bien?

—No. No.... No se encuentra bien —contestó, ahora ya llorando amargamente y sin poder disimularlo—. Le detuvieron hace un mes. Por orden del prefecto. A él y a otros muchos profesores. Dicen en las calles que les van a ejecutar a todos por traición.

Panit estuvo a punto de tirarse el té por encima.

—¿De qué les acusan? Siempre ha sido un ejemplo a seguir. Kuwat no es más que un profesor, un sabio, un arcanomante excepcional. No haría daño a nadie.

—De conspirar contra el emperador.

La frase cayó como una losa y durante varios segundos solo quedó el silencio en la casa.

—Dicen que pertenece a ese grupo de conspiradores de Nakuro —continuó la mujer, con la voz temblorosa—. Esos que han tratado de provocar una guerra. O eso dicen. Tienen un nombre, pero no me quiero acordar.

—La Cábala de la Armonía Celeste —la interrumpió Panit, que conocía bien su fama. Pero esas palabras fueron demasiado para la esposa de Kuwat, que rompió a sollozar sobre la mesa de tal manera que la maga se sintió compungida y bastante culpable.

—Lo siento. Mucho. Voy a intentar ver lo que ha ocurrido. Quizás pueda ayudar. No lo sé —acertó a decir Panit, mientras se marchaba por la puerta, dejando a la mujer con su dolor. Junto a sus compañeros, había combatido a algunos miembros de La Cábala durante los últimos meses. Eran desequilibrados sin ningún tipo de moral, midas racistas e intolerantes que despreciaban al resto de las razas con facilidad para la violencia. El amable y sabio profesor Kuwat Jayadi no entraba para nada en ese patrón. Al menos, no el Kuwat Jayadi de sus recuerdos.

Buscando a Kuwat (II): La antigua maestra

Panit abandonó rápidamente las calles de Kiro y se dirigió a las afueras, hacia el claro que albergaba la institución donde había pasado una buena parte de su vida; la escuela de arcanomantes imperiales. Descendió por una larga cuesta de madera hasta alcanzar el suelo y cruzó durante veinte minutos la sólida carretera, empedrada y bien conservada, que llegaba hasta allí. La escuela estaba formada por varios edificios circulares construidos a nivel de suelo, alrededor de un gran árbol pharamah, del que dependían decenas de plataformas que entrelazaban los pisos más altos de todos ellos. A todo el mundo, sobretodo a los mida que la veían por primera vez, les resultaba extraño que semejante complejo se hubiese construido sobre la tierra en lugar de sobre los árboles como era tradición en su arquitectura. Panit tampoco conocía razón para aquella rareza, aunque sí había oído los rumores sobre lo que había ocurrido con las anteriores escuelas y porqué se había decidido llevarla a las afueras de Kiro.

Cruzó las grandes puertas metálicas y, como tantas veces antaño, repasó con la mirada la hermosa verja plateada que rodeaba todo el complejo. Su altura apenas llegaba a los 15 pies pero cualquiera consciente de las defensas arcanas que la cubrían sabía que eso es lo de menos. Recorrió el perímetro de la plaza en la dirección de las agujas del reloj, pegada al borde, para no molestar a la veintena de alumnos de geomancia que removían la tierra mediante pequeños conjuros en el centro de la misma. Entre ellos destacaba un joven hipótido y Panit creyó distinguir a ver varios felínidos también, todos concentrados en una labor complicada para novatos como ellos.

Entró en el edificio del fondo, aquel con un cartel que decía «Investigación histórica» pero que todos conocían sencillamente como «la biblioteca», aunque que también incluía los despachos de los profesores. En el interior todo le pareció muy vacío y silencioso, sin apenas alumnos o personal, hasta que alcanzó la puerta del despacho de Karnavati Naidu, arcanomante experta y arqueóloga de fama imperial. Tocó la puerta con suavidad y unos segundos después entró. 

Kih saeding —dijo mientras realizaba una pequeña reverencia—.¿Tendría unos minutos para una antigua alumna? Mi nombre es Panit Yae.

Kih saeding. Por supuesto. Apenas hay actividad aquí ahora mismo. ¿En qué puedo ayudarte, Panit?

Las desgastadas estanterías al fondo del despacho estaban cubiertas de exóticas reliquias colocadas con desorden pero perfectamente orientadas para poder ser apreciadas desde la puerta. Panit pudo identificar varios cristales de xion tallados provenientes de las Selvas Azules de Zefiria, una máscara Bastarre rota y desgastada, algunos mapas de secciones concretas de Vajra escritos sobre una extraña piel amarillenta y una imponente joya volcánica en forma de salamandra que le resultó especialmente hermosa.

—Necesitaría su ayuda para identificar un pequeño artefacto mágico. Estoy segura de que perteneció a un Señor de las Estrellas —contestó, mientras extraía un pequeño objeto mecánico envuelto en una manta de viaje. 

—Vaya, qué hallazgo tan interesante —indicó la profesora tras desenvolver el artefacto y observarlo durante unos segundos—. ¿Dónde lo has encontrado? ¿En alguna expedición a las cercanías de Nuxvoh?

—Unos compañeros y yo se lo arrebatamos a unos esclavistas Bastarre en las inmediaciones de Kymelin. Me temo que no se mucho más —mintió Panit.

—Eso lo convierte en un desafío mayor. Me temo que voy a necesitar varios días para darte una respuesta, ¿te importaría dejármelo durante cinco días? Te prometo que cuando vuelvas seguirá aquí y sabré de qué se trata. 

—Está bien—contestó Panit, a quien claramente no le agradaba la idea de tener que pasar tiempo en Kiro.

—No te preocupes—rio—. Aquí nadie se atreverá a robarlo. Créeme.

La profesora sonrió ampliamente y lanzó una mirada a un enorme bulto apoyado contra la pared del despacho, cubierto casi por completo con una tela dorada. A Panit se le erizó el pelaje de la cola. Todos los alumnos habían escuchado las historias sobre el guardián de la profesora Karnavati. Era un enorme constructo de los antiguos Khrysarlion traído de una de sus excavaciones en Vajra, estaba oxidado y sin algunas de sus piezas pero la profesora había logrado reconstruirlo hasta hacerlo operativo de nuevo, una hazaña extraordinaria incluso para alguien de su fama y habilidad. Se movía lenta y pesadamente y aunque ella insistía que era inofensivo y únicamente lo utilizaba para dar espectáculo en las fiestas, Panit era consciente del daño que podía causar solo con dejar caer uno de sus pesados puños. De su interior surgía el leve zumbido de la batería de xion que lo alimentaba. 

—¿Puedo preguntarle otra cosa antes de irme? Es algo más personal —susurró Panit, como si tuviese miedo de que alguien la escuchase.

—Claro. ¿de qué se trata?

—Del profesor Jayadi. Su esposa me ha contado lo que le ha ocurrido y no puedo creerlo, pero no me dejan hablar con él. He pensado que, quizás, podría investigar su despacho para buscar algo que le exculpe. 

El rostro de la profesora Naidu pasó de la sorpresa inicial a una emoción que Panit no supo determinar con exactitud, algo entre pena y decepción.

—Chica lista —contestó—. Mi apreciado Jayadi es víctima de un gobierno paranoico que confunde crítica con traición y amigo con enemigo, y por eso mismo no encontrarás nada en su despacho ya vacío. 

Panit no puedo evitar soltar un chasquido de frustración. 

—Sin embargo, hay un lugar donde Jayadi llevaba a cabo sus últimas investigaciones que muy pocos conocíamos —continuó Karnavati—. Quizás tu puedas ir allí y buscar pruebas que demuestren su inocencia. No está lejos de aquí, pero se que los siervos del emperador me espían y yo no puedo acercarme sin delatar el lugar. 

—¿De qué lugar se trata?

—Del viejo observatorio de Madahon. Lleva abandonado desde que detuvieron a su director, hace ya muchas semanas. 

Panit salió rápidamente de la escuela, atenta a posibles espías, y puso rumbo directo a su próximo objetivo.

Title
Arcanomante

Type
PNJ

Race
Mida

Gender
Femenino