Esta pequeña ciudad forma uno de los enclaves más cercanos a la región de Shabana y numerosos mercaderes del sur pasan por aquí antes de adentrarse en el bosque camino a Mirianis. Aquí acuden también muchos señores enanos desde las montañas para negociar acuerdos comerciales con los enviados de Vindusan, o incluso de Zabáriax, y asegurarse un flujo constante de sal y otras materias exóticas en Kiralizor. Todo bajo la atenta mirada de los clérigos de Ankaraz, que regulan el comercio y aplican las leyes al respecto.

Como parte de su entrenamiento, muchas unidades de soldados, especialmente reclutas, son adjudicadas a los mercaderes más prósperos para proteger sus caravanas durante su estancia en el bosque, como si de una compañía mercenaria se tratase, pudiendo encontrarse estas unidades de soldados enanos por toda la región, incluso en Mirianis o Telaraña. A cambio estos mercaderes realizan generosos pagos a las arcas de la ciudad y se ocupan del mantenimiento de sus protectores.