Los magos son los supremos usuarios de la magia.Si algo define a estos aprendices de lo arcano es la gran cantidad de conjuros que pueden lanzar. Tirando del sutil tejido mágico que permea el cosmos, lanzan conjuros de fuego explosivo, relámpagos súbitos, engaños sutiles y control mental. Su magia les permite conjurar elementales desde otros planos de existencia, vislumbrar el futuro o alzar enemigos fallecidos en forma de no muertos. Sus conjuros más poderosos les permiten transmutar una sustancia en otra, invocar meteoros para que caigan desde el cielo o abrir portales a otros mundos.
Salvaje y enigmática, diversa tanto en forma como en funciones, la magia atrae a numerosos estudiantes, que buscan dominar sus misterios. Algunos aspiran a convertirse en dioses, capaces de moldear la propia realidad. Aunque para lanzar la mayoría de los conjuros basta con pronunciar unas pocas palabras extrañas, ejecutar unos gestos fugaces y, a veces, recurrir a un pellizco de materiales exóticos, estos componentes no son sino la superficie bajo la que se esconde una enorme pericia, producto de años de aprendizaje e incontables horas de estudio.
Un mago vive por y para sus conjuros; todo lo demás es secundario. Su forma de aprenderlos es mediante la experimentación y el propio crecimiento personal. No obstante, también pueden aprender conjuros de otros magos, de grimorios o inscripciones antiguas y de criaturas ancestrales impregnadas de magia.