Contemplar a los alados caballos blancos conocidos como pegasos surcar el cielo es una visión majestuosa. Solo se detienen en tierra firme unos instantes, lo imprescindible para beber de arroyos de montaña y lagos cristalinos. Cualquier ruido o señal de otra criatura les sobresalta, lo que provoca que emprendan el vuelo de nuevo y se pierdan entre las nubes.
Los pegasos son monturas muy valoradas, pues son ágiles y se puede confiar en ellos. Son más veloces y menos temperamentales que otras monturas voladoras. No obstante, estas criaturas tímidas y salvajes son tan inteligentes como un humanoide, por lo que no se las puede someter y domesticar de la forma tradicional. Los pegasos deben ser persuadidos para que acepten servir como montura de una criatura pura. Sin embargo, cuando forjan un pacto con un nuevo compañero, establecen un vínculo de por vida.