La muerte no es siempre el final. Los renacidos son buen ejemplo de ello: individuos que han muerto pero que, de algún modo, siguen viviendo. Algunos renacidos muestran cicatrices debido a finales fatales y su piel cenicienta o sus venas sin sangre dejan claro que han sido tocados por la muerte. Otros renacidos son maravillas de la magia o la ciencia y han sido cosidos a partir de seres distintos o portan mentes misteriosas en cuerpos artificiales. Independientemente de sus orígenes, los renacidos viven una nueva vida y buscan experiencias y respuestas totalmente propias.
Los renacidos sufren de algún tipo de discontinuidad: una interrupción de sus vidas o su estado físico que su mente no está preparada para asimilar. Sus recuerdos de los sucesos previos a esta interrupción suelen ser vagos o haberse perdido. A veces, las experiencias más inesperadas pueden provocar que repentinamente evoquen sensaciones o visiones del pasado.
En lugar de dormir, los renacidos suelen sentarse y remover el pasado, en espera de alguna revelación sobre qué les sucedió. La mayoría de las veces son periodos oscuros y silenciosos. Sin embargo, de vez en cuando, en un momento de paz, estrés o emoción, un renacido capta un destello de antaño.