Semiorco
  1. Races

Semiorco

Humanoide

Se cree que Grummsh, el dios tuerto, creó a los Orcos, e incluso aquellos que se han apartado de su adoración no pueden escapar por completo de su influencia. Lo mismo puede decirse de los semiorcos, a pesar de que el linaje Humano modera el peso de su herencia piel-verde. Algunos semiorcos escuchan en sueños los susurros de Grummsh, que les llama a descargar la ira que bulle en su interior. Otros sienten el júbilo de la deidad cuando combaten cuerpo a cuerpo, y o bien se dejan llevar por esta alegría o tiemblan de miedo y asco. Los semiorcos no son malvados por naturaleza, pero sí que habita en ellos la maldad. Es elección suya abrazarla o rebelarse contra ella.

Además de la furia de Grummsh, los semiorcos también experimentan otras emociones con intensidad. La rabia no solo acelera su pulso, sino que hace sus cuerpos arder. Los insultos pican como el ácido y la tristeza les priva de fuerzas. Igualmente, ríen con fuerza y de corazón, y los placeres mundanos sencillos como comer, beber, pelear, tocar tambores o bailar salvajemente, llenan sus almas de alegría. Suelen tener poca paciencia y ser taciturnos, además de preferir la acción a la reflexión y luchar frente a discutir. Los semiorcos que llegan más lejos son aquellos que poseen la autodisciplina suficiente como para vivir en la civilización.

Los semiorcos poseen tonos de piel verdosos, o incluso turquesa. Carecen de grandes colmillos inferiores como sus progenitores orcos, pero aún así les crecen, aunque más chatos y redondeados.

Cada semiorco encuentra su forma de ser aceptado por aquellos que odian a los orcos. Algunos son reservados y procuran no atraer la atención. Unos pocos demuestran piedad y buen corazón tan públicamente como pueden, sean auténticos o no estos gestos. Otros simplemente intentan ser lo bastante duros para que los demás los eviten.