Nacido en Plano del Páramo Sombrío, pasé los primeros años de mi vida en oscuridad, entre susurros y gritos de agonía. Nadie sabe lo que es vivir allí… porque casi nadie sobrevive para contarlo. Muerte en cada esquina y criaturas hechas de sombras que te acechan y que, si por algún momento dejas de ver esos profundos ojos mirándote, es sólo porque están detrás de ti.
De ese infierno trataron mis padres de sacarme con tan sólo 6 años de vida (si es que así puede llamarse). Aún no sé qué clase de pacto hizo mi padre para conseguir aquel poder para sacarnos de ahí o esa vara de metal que abrió aquel portal de luz, pero conseguí salir de allí.
En cuanto nos propusimos irnos, como si la propia Reina Cuervo lo hubiera ordenado, comenzaron a perseguirnos. No sabía que podían ser aún más aterradores, pero así fue. Ahí desee no ser capaz de ver tan fácil en la oscuridad. Una vez encontramos el lugar que mi padre estaba buscando, comenzó a tener un especie de trance, lleno de palabras y gestos extraños que hacían resonar cuerpo y alma. Pero antes de que acabara, lo atraparon y comenzaron a desgarrar su carne. Apenas quedaban miembros en su cuerpo cuando aquella vara de metal cayó al suelo, vibrando más fuerte que nada que haya oído jamás, abriéndose inmediatamente un portal del color del fuego detrás de mí. No tuvo mejor suerte mi madre, que viendo el inminente ataque trató de protegerme con su cuerpo. En vano…esas cuchillas echas de sombra la atravesaban a placer, llegando hasta mi piel bañada en su sangre. Sin embargo, mientras que terminaban de devorarlos, conseguí teletransportarme directamente a esa tormenta de arena.