La tiranía de los diablos.

Los Nueve Infiernos de Baator inflaman la imaginación de los viajeros, la codicia de los buscadores de tesoros y la furia combativa de todas las criaturas mortales. Este plano es la encarnación definitiva de la ley y la maldad, el epítome de la crueldad premeditada. Los diablos de los Nueve Infiernos se ven forzados a obedecer las leyes que dictan sus superiores, pero se rebelan contra aquellos de su misma casta. La mayoría serán capaces de intentar ejecutar cualquier maquinación, por terrible que esta sea, para obtener un beneficio personal. En el punto más alto de la jerarquía se encuentra Asmodeo, que todavía no ha sido superado. Pero si alguien le derrotara, podría ocupar su lugar como gobernante del plano. Así lo dicta la ley de los Nueve Infiernos.

Los Nueve Infiernos están estructurados en nueve capas. Las ocho primeras están gobernadas por archidiablos que solo responden ante Asmodeo, el archiduque de Neso, la novena capa. Para alcanzar la capa más profunda de los Nueve Infiernos, hay que atravesar las otras ocho que están sobre ella, en orden. La manera más rápida de hacer esto es a través del río Estigio, que se hunde cada vez más profundamente hacia cada una de las siguientes capas. Tan solo los viajeros planares más valientes son capaces de aguantar el tormento y el horror de tal viaje.

Averno es la primera, tierras yermas desoladas con terreno rocoso, vegetación escasa y retorcida, simas subterráneas serpenteantes, cuevas y grutas, volcanes y ríos de sangre. El archiduque de la primera es Bel, tras la redención de Azor.

Dis es la segunda, una vasta y llana extensión de tierra muerta de un color verde deprimente. En esta se encuentra la Ciudad de Hierro, gobernada por Dispater, el Duque de Hierro, desde su torre metálica que jamás se oculta en el horizonte.

Minauros es la tercera, un eterno pantano de contaminación nauseabunda y enfermedades. Señor de esta capa es el Vizconde Mammón.

Phlegethos se llama la cuarta, la que más se parece al estereotipo de un mundo ardiente de condenación eterna, lleno de volcanes activos, ríos de roca fundida, colinas de ceniza todo ello sacudido por temblores y terremotos. Sobre ella reinan la Archiduquesa Fierna y su padre, Belial.

Estigia es la quinta y completamente contraria a la cuarta, se trata de un océano sin fondo visible, rodeado de una capa de hielo, tormentas incesantes y rayos que al chocar contra el hielo crean el llamado "fuego frío" pueblan este páramo. En ella, congelado en un iceberg eterno, reina el Principe Levistus.

Malbolge se conoce como la sexta, repleta de laderas de piedra negra de tamaños inmensos, vapores venenosos suben de entre las grietas y nublan el cielo de color sangre. Debido a una maldición lanzada sobre Malagard, su cuerpo creció hasta alcanzar un tamaño grotesco y titánico e implosionó sobre la capa. Ahora Malbolge está decorado con trozos de su cadáver, una mezcla entre un cuerpo putrefacto de extensiones infinitas y un terreno acantilado donde no hay carne. Glasya, la hija de Asmodeo domina esta capa.

Maladomini es la séptima, gobernada por Belcebú, el Señor de las Moscas, se trata de una capa llena de antiguas fortalezas y minas abandonadas, en las que la ruina domina sin igual.

Cania es la octava y penúltima capa, una antesala helada sin más vida que la que gobierna desde una ciudadela blanca y azulada conocida como Mefistar, aquí vive y extiende su dominio Mefistófeles, quien siempre planea como derrocar a Asmodeo y usurpar su poder.

Neso es la última y novena capa, un paisaje que define a la perfección los infiernos, frío glacial, enormes volcanes, lagos helados, bosques pútridos, un laberinto de peligros naturales en el que se esconde y gobierna Asmodeo, para mantener la ley entre los semiplanos.

El dios de Baator es Asmodeo, de la tiranía.