Un ayperobo, o diablo del enjambre, individual es prácticamente inofensivo, y a menudo se lo comen los diablos mayores como manjar. Reconociendo su debilidad, los ayperobos se reúnen y crean colonias que se comunican mediante telepatía. Estos enjambres son mucho más fuertes, capaces de enfrentarse incluso a algunos de los diablos mayores.
Su comunicación perfecta y su fuerza colectiva, unidas a su capacidad para volar, les permiten realizar fácilmente tareas con las que los diablos mayores tienen dificultades. Están encantados de hacerlo, ya que su objetivo es demostrar su valía y, cuando sea posible, vengarse por el trato abusivo recibido a manos de los diablos mayores.
Cada miembro del enjambre parece un ser pequeño y diabólico, con cabezas sobredimensionadas y alas parecidas a las de un gorrión. Sus dientes están afilados como cuchillas y, cuando trabajan juntos en un enjambre, pueden devorar a un humanoide en cuestión de segundos. Cuando forman enjambres, los ayperobos aparecen como una espesa nube de mosquitos o una nube de sangre, y se sabe que se esconden entre estos fenómenos. Algunos enjambres tienen el poder de controlar a un "anfitrión" excavando bajo su piel y manipulándolo desde el interior; estos anfitriones pueden ser incluso otros diablos.