Las moles sombrías son horrores abominables que proceden de las profundidades de la tierra. Se abren paso excavando hasta el interior de complejos de cuevas, mazmorras o asentamientos de la Infraoscuridad en busca de alimento. Los afortunados supervivientes del ataque de una mole sombría suelen recordar muy poco del incidente, ya que estos monstruos poseen una mirada capaz de embotar la mente.
Las moles sombrías pueden cavar a través de roca sólida, creando nuevos túneles a su paso. La quitina de su cuerpo, tan dura como el acero, es capaz de soportar derrumbamientos, el hundimiento de un túnel o los desprendimientos de rocas que ellos mismos acaban provocando.
Las moles se entierran en el interior de las paredes de una caverna o un corredor, esperando a que alguna criatura pase por ellos. Para detectar a estas víctimas utilizan unos órganos sensoriales parecidos a pelos que perciben todo lo que se mueve a su alrededor. Cuando surgen del lugar en que estaban escondidas, precedidas de una explosión de rocas y tierra, sus desprevenidas presas no pueden sino girarse para encarar a la amenaza que se cierne sobre ellas. Entonces caen en un trance producto de la desconcertante mirada de este monstruo que las devora mientras permanecen indefensas.
La mayoría de los supervivientes de un encuentro con una mole sombría no recuerdan prácticamente nada del ataque, pues la mirada de la criatura confunde sus recuerdos del suceso. Los que han luchado y logrado matar a una mole sombría son capaces de reconocer al monstruo en estos testimonios, pero para el resto de habitantes de la Infraoscuridad, estos relatos de exploradores desaparecidos y destrucción indiscriminada tan solo son testimonio de un enemigo desconocido. Las moles sombrías suelen ser dotadas de un estatus sobrenatural en estas terroríficas narraciones, pues muchas de ellas transmiten la misma advertencia: cuando una mole sombría te detecta, ya es tarde para escapar de ella.