Lo único que Rabah recuerda de sí, es que siempre vivió solo en el Valle Salvaje de Arimestra. Pasó muchos años en absoluta soledad sin nadie a su lado con quien hablar. Pero un día todo cambió. Una mañana primaveral, en el zaguán de su casa apareció una pareja: un gallo con una gallina. Faltan palabras para describir lo feliz que se puso Rabah y desde entonces las aves fueron sus mayores amistades.
Les dedicaba todo su tiempo libre. Comían juntos, paseaban por el valle y por la noche Rabah pasaba horas enteras hablando con ellas. Al cabo de cierto tiempo, la gallina desapareció de repente. Rabah lo lamentó. Acompañado por su único amigo el gallo Pepe, se lanzó a la búsqueda de la gallina extraviada. Durante sus viajes, Rabah se cruzó con gente diferente. Hubo muchos miserables que se querían aprovechar de su ingenuidad y sencillez, intentando involucrarle en malas obras. Una vez el fue falsamente acusado de robar una tienda, pero, por suerte, no andaba muy lejos Don Tomas, el cual probó la inocencia del ogro y aplastó los huesos de las manos a los verdaderos malhechores...
Así fue como Rabah conoció amigos nuevos. Y aunque es muy un poco torpe y no tan sagaz, todo el mundo lo aprecia por ser bondadoso, honesto y comprometido. Rabba está convencido de que su gallina Pepa sigue "perdiéndose" a propósito de vez en cuando para él se vea forzado a seguir conociendo el mundo y sus gentes... Pepe nunca se ha pronunciado al respecto sobre esta teoría.
- Le acompañan un gallo negro: Pepe y una gallina blanca: Pepa (a veces...)