La Gran Fractura de Vitera: El Surgimiento de Dos Reinos

La división de Vitera en Norte y Sur marcó uno de los episodios más tumultuosos en la historia del continente, una fractura nacida de siglos de tensiones acumuladas tras la muerte de Tiamat y el destierro de Tharzidun en la legendaria Alianza Vondaliana.

El Inicio del Conflicto: La Muerte de Tiamat

La muerte de Tiamat, la madre de dragones y diosa del caos, debería haber unido a Vitera en un momento de gloria compartida. Sin embargo, el fracaso del reino en auxiliar a Ruihan, la región más afectada por el conflicto con Tiamat, sembró las primeras semillas de discordia. Las ciudades-estado y reinos menores comenzaron a cuestionar la autoridad central de Vitera, mientras sus líderes miraban con recelo el poder absoluto ejercido desde la capital.

El Ascenso de los Enanos

Poco después, la situación se agravó tras el destierro de Tharzidun, conocido como El Exilio de las Sombras. Este evento, liderado por Gareth Sunbringer y la Alianza Vondaliana, marcó un hito en la historia al erradicar al dios oscuro de las Misty Mountains. Sin embargo, la victoria trajo consigo consecuencias inesperadas. Los enanos, que habían jugado un papel clave en la batalla, exigieron un mayor poder político y económico dentro de Vitera. Su creciente influencia se convirtió en un punto de fricción entre las casas nobles humanas y los clanes enanos, ya que el trono de Vitera se negó a ceder el control que los enanos consideraban ganado con sangre.

La Influencia de Valiria y los Conflictos Internos

Doscientos setenta años después de El Exilio de las Sombras, las fracturas dentro del reino se hicieron irreparables. La reciente disolución del Reino de Valiria, que culminó en la formación de los reinos independientes de Valdenia, sirvió como un recordatorio ominoso de los riesgos de la centralización excesiva. Inspirados por este colapso y tras décadas de disputas internas entre nobles, clanes enanos y casas militares, Vitera finalmente se dividió en dos reinos.

El Reino del Norte: Un Régimen de Hierro

El Reino del Norte emergió bajo la autocracia implacable de Rey Ivanor Targrecart, un descendiente directo de Ivanovich Targaryen, el tirano que una vez gobernó el imperio de Heinz. Ivanor, evocando las mismas tácticas de opresión de su ancestro, instauró un régimen dictatorial centrado en el proteccionismo extremo. El Norte aborrece al Sur, al que acusa de haber estado dispuesto a compartir el poder con el clan enano de Karaz A Karak, una acción que consideran una traición a la supremacía humana. Además, desconfían profundamente de las políticas del Sur, creyendo que buscan "venderse" al reino de Oesterheld, un estado ambicioso que busca convertirse en la capital centralizada del continente y concentrar el poder bajo su dominio. Ciudades fortificadas como Dreadspire y Ironhold se convirtieron en símbolos de su poderío, mientras los campos del Norte se llenaron de estatuas que glorificaban su linaje oscuro.

El Reino del Sur: Una Monarquía Reconciliadora

En contraste, el Reino del Sur adoptó un enfoque más conciliador y adherido a las tradiciones monárquicas, pero con afinidad a ideas liberales. Gobernado por Rey Brunhart Carvalion, un monarca sabio y compasivo, el Sur buscó dividir el poder, promoviendo una estructura política descentralizada donde los consejos y las asambleas regionales jugaran un papel crucial. Desde su capital en Khanduras, Brunhart se esfuerza por mantener la paz interna y resistir las amenazas constantes del Norte, confiando en la lealtad de su pueblo y sus aliados. Su apertura al comercio y al diálogo con otros reinos lo convirtió en un modelo de prosperidad en contraste con la represión del Norte.

El Conflicto Inminente

Ambos reinos, profundamente divididos por ideologías y métodos de gobierno, se encuentran envueltos en un conflicto cuya escala amenaza con desbordarse. Las tensiones, alimentadas por disputas territoriales, ambiciones expansionistas y diferencias irreconciliables, han llevado a escaramuzas que podrían desencadenar una guerra abierta. Si esta guerra estalla, sus consecuencias podrían ser irreparables no solo para el Norte y el Sur, sino para todos los reinos ereseos, cuyas frágiles alianzas podrían desmoronarse bajo el peso de la confrontación. El destino del continente pende de un hilo.