Ningún clan menor, y de hecho ningún Gran Clan, tiene la diversidad y el amplio territorio de la Tortuga, un Clan Menor a menudo pasado por alto que en realidad controla suficiente riqueza como para rivalizar con algunos de los Grandes Clanes... pero cuyo verdadero deber para con el Emperador le impide revelar nunca esa riqueza.
La única provincia de la Tortuga es una pequeña porción de territorio en la orilla norte de Wan sano Kin Taiyo (la Bahía del Sol Dorado). La protección y el control de la bahía es el deber oficial del clan Tortuga, un deber que no parece tomarse tan en serio como otros clanes desearían. Los rumores afirman que los Tortuga aceptan sobornos de los contrabandistas, o actúan ellos mismos como contrabandistas, pero poco se hace al respecto debido al estatus especial de los Tortuga como clan favorecido por el Trono. Sus tierras, sin embargo, son compactas y poco llamativas, más feas de lo que a otros rokuganeses les gustaría, con árboles achaparrados, zarzas comunes y una costa pantanosa. Mientras que la costa que da a la Bahía del Sol Dorado es encantadora, la costa más larga a lo largo del mar oriental es turbia, llena de pantanos y pequeñas ensenadas en las que caben uno o dos barcos de poca profundidad. Sólo hay una pequeña bahía, la Bahía de la Marea Lenta, que puede servir de puerto. Por supuesto, estas pequeñas ensenadas son perfectas para los contrabandistas...
A los Tortuga, como vasallos favorecidos del Emperador, el Trono les suele regalar pequeñas parcelas de tierra o explotaciones aisladas en otras partes del Imperio. A menudo, estos "regalos" son tierras que los Otomo consideran que carecen de valor real, pero que requieren algún tipo de supervisión. Los Tortuga se apoderan obedientemente de ellas y envían samuráis solitarios y puñados de campesinos para vigilarlas. En realidad, hay una pequeña aldea, un pequeño santuario o un afloramiento rocoso en casi todas las provincias del Imperio al que un Tortuga llama hogar, ya que estas parcelas dispersas no interesan a nadie más. Desde estos pequeños enclaves, los Tortuga envían a sus mercaderes, ganan dinero y, a veces, se involucran en redes locales de contrabando u otras actividades del crimen organizado.