Shiro Mirumoto, la fortaleza más impresionante de las tierras del
Dragón, ha servido a diversos propósitos a lo largo de la historia, y
probablemente seguirá haciéndolo en el futuro. Fortaleza militar ante
todo, es el castillo más fuertemente defendido del territorio Dragón, y
ha sido construido para aprovechar al máximo el terreno montañoso que lo
rodea. Shiro Mirumoto es también el centro de mando de los ejércitos
del clan, y los extensos mapas de la compleja geografía de las tierras
de los dragones permiten a los generales distribuir las tropas como
mejor les parezca.
A menos de un kilómetro se encuentra el Dojo
de la Montaña de Hierro, uno de los dojos de kenjutsu más prestigiosos
del Dragón (y algunos dicen que del Imperio). Así, los oficiales de más
alto rango de los ejércitos del Dragón suelen aprender sus habilidades
cerca del propio Shiro Mirumoto. Sin embargo, debido a la gran
influencia de la familia en los asuntos del clan, Shiro Mirumoto también
acoge algunas funciones diplomáticas. Se reservan amplios aposentos
para los visitantes, pero la mayoría de los cortesanos los consideran
monótonos, por lo que los enviados a Shiro Mirumoto suelen ser
guerreros, lo que intensifica aún más la cultura militar de la zona.
A
diferencia de los castillos de otras regiones, Shiro Mirumoto no cuenta
con una gran ciudad cercana, sino que cerca del castillo hay una aldea
que proporciona alimentos y otros servicios. Como muchos asentamientos
de dragones, está algo aislado y, como tal, es cuidadosamente patrullado
por los guerreros de Mirumoto. Con todas estas funciones militares y
políticas, es fácil olvidar que Shiro Mirumoto también tiene una
dimensión espiritual. Al ser el lugar elegido por el propio Trueno del
Clan del Dragón, es venerado por todos los miembros del clan. Un gran
santuario dentro del castillo honra la condición de Mirumoto como
antepasado fundador de su familia, mientras que los santuarios más
pequeños del pueblo cercano son mantenidos por la Orden de los Siete
Truenos. Sin embargo, los Mirumoto tienden a ser reservados en lo que
respecta a su espiritualidad, y la mayoría de los visitantes prestan
poca atención a sus prácticas.