Unas colinas bajas se elevan alrededor de esta región sobre una única llanura abierta, muy por encima del nivel del mar, casi como si hubiera sido creada para su propósito actual. Los primeros Asahina reconocen la región como el dominio perfecto para practicar la observación de las estrellas, la astronomía y la astrología. Además, las adivinaciones revelan que el lugar está bendecido por las Fortunas, y algunos creen que esto demuestra que fue voluntad del propio Cielo que los Asahina se convirtieran en adeptos de la interpretación de los signos de las estrellas. Sea cual sea la verdad, los Asahina construyen el Templo de la Sabiduría del Cielo en el centro de la llanura: un lugar que es simultáneamente una biblioteca, un hogar para monjes y un retiro para eruditos.
El Templo posee registros astrales que se remontan a los albores del Imperio, muchos de ellos traídos aquí después de su construcción. Las bibliotecas también contienen muchas profecías, tanto claras como oscuras, las que se han cumplido y las que esperan su turno. Los monjes del lugar se dividen en dos grupos generales: antiguos Daidoji convertidos en sohei que lo protegen, y monjes eruditos mucho más numerosos, en su mayoría retirados de la familia Asahina.