En la orilla sureste del Lago del Dragón hay tres aldeas cuya historia se remonta al siglo II, cuando la tierra estaba en poder del León. A menudo sometidas a incursiones de bandidos en sus inicios, las tres aldeas están fortificadas y cuentan con una tradición de budoka (campesinos armados) entrenados por la Hermandad para la autodefensa. Cuando el Unicornio regresó, los aldeanos se negaron a marcharse y juraron lealtad al Unicornio a cambio de que se les permitiera seguir viviendo como hasta entonces. Pescan en el lago para subsistir y pagan sus impuestos principalmente en pescado seco. Visitar estas aldeas puede ser como retroceder en el tiempo hasta los primeros tiempos del Imperio, ya que estos pueblos aislados mantienen tradiciones de su historia más temprana relativamente inalteradas por los forasteros.