En algún lugar de la provincia de Mucha, en una cadena montañosa conocida como los Dientes del Dragón, se encuentra el misterioso lugar llamado el Refugio de las Tres Hermanas. Se trata de un santuario dedicado a Onnotangu, el Señor Luna, atendido por tres ancianas aparentemente inmortales. Algunos relatos describen el santuario como una cueva, mientras que otros dicen que sólo está marcado por un simple arco torii junto a un grupo de árboles centenarios. La naturaleza y el aspecto de las propias Hermanas también es un misterio: todos coinciden en que parecen ancianas, pero algunos relatos las atribuyen a estar siempre hilando hilo en interminables ruecas giratorias, mientras que otros las describen dedicadas a diversas artes rokuganis, como pintar y tocar el samisen. ¿Son ancianas dotadas de inmortalidad por el Señor Luna, o son fantasmas o espíritus de algún tipo? Los eruditos dragón que han estudiado la cuestión creen que las Hermanas son espíritus que habitan en cuerpos mortales; cuando uno de sus recipientes muere, el espíritu posee uno nuevo, que luego viaja al Refugio para unirse a los otros dos.
El Refugio sólo puede ser encontrado por quienes lo buscan activamente; es imposible tropezar con él por accidente. Los peregrinos deben localizar la llamada Escalada de la Luna, una ruta ardua y peligrosa, y ascender por ella hasta el santuario. Las Hermanas son capaces de ver tanto el futuro como el pasado, y pueden transmitir ese conocimiento a aquellos que estén dispuestos a pagar el precio kármico por conocerlo; muchas historias hablan de aquellos que buscaron las enigmáticas respuestas de las Hermanas, sólo para encontrarse con la ruina.
El Refugio sólo puede ser encontrado por quienes lo buscan activamente; es imposible tropezar con él por accidente. Los peregrinos deben localizar la llamada Escalada de la Luna, una ruta ardua y peligrosa, y ascender por ella hasta el santuario. Las Hermanas son capaces de ver tanto el futuro como el pasado, y pueden transmitir ese conocimiento a aquellos que estén dispuestos a pagar el precio kármico por conocerlo; muchas historias hablan de aquellos que buscaron las enigmáticas respuestas de las Hermanas, sólo para encontrarse con la ruina.