Aunque su nombre indicaría que se trata de una mera aldea, Ukabu Mura es en realidad una de las mayores ciudades de las tierras de Shiba, que conserva su denominación original por tradición. Ukabu Mura recibe a muchos samuráis que pasan por esta provincia de camino a destinos más prestigiosos, como Kyuden Isawa o Shiro Shiba, y por ello se centra en ser un lugar acogedor con un aspecto más refinado y artístico que Nikesake. Esto la ha llevado a convertirse en uno de los mayores centros del Imperio del arte de la geisha. Deseosos de mantener su reputación de samuráis piadosos y honorables, los Shiba se aseguran de permitir sólo los mejores establecimientos de este tipo en Ukabu Mura; las geishas que allí ofician son artistas del más alto calibre, no meras cortesanas o espías apenas disimuladas. Las geishas de Ukabu Mura pueden exigir los precios más altos, y serían consideradas las estrellas de sus casas en casi cualquier otra ciudad. La casa de geishas más prestigiosa de la ciudad en tiempos modernos se llama la Casa de la Estrella Vespertina, llamada así por un legendario héroe Shiba cuya alma se convirtió en una estrella en los Cielos Celestiales.
Una curiosidad de Ukabu Mura es el santuario de Agasha Kitsuki, fundador de la familia Kitsuki del clan Dragón, que murió en Ukabu Mura mientras realizaba su última investigación. Los Dragón llevan mucho tiempo pidiendo a los Fénix que les dejen supervisar el santuario (a veces lo piden con bastante vehemencia), pero los Shiba se niegan a ceder el control de ninguna de sus tierras a extraños. Sin embargo, permiten que los samuráis Dragón visiten libremente el santuario para presentar sus respetos a su antepasado. Una vez que los Agasha se unen al Fénix, algunos de ellos también acuden discretamente al santuario, venerando a Kitsuki como a uno de los suyos aunque ya no sean Dragones.
Una curiosidad de Ukabu Mura es el santuario de Agasha Kitsuki, fundador de la familia Kitsuki del clan Dragón, que murió en Ukabu Mura mientras realizaba su última investigación. Los Dragón llevan mucho tiempo pidiendo a los Fénix que les dejen supervisar el santuario (a veces lo piden con bastante vehemencia), pero los Shiba se niegan a ceder el control de ninguna de sus tierras a extraños. Sin embargo, permiten que los samuráis Dragón visiten libremente el santuario para presentar sus respetos a su antepasado. Una vez que los Agasha se unen al Fénix, algunos de ellos también acuden discretamente al santuario, venerando a Kitsuki como a uno de los suyos aunque ya no sean Dragones.