Los Oráculos son los representantes directos de los Dragones Celestiales, las encarnaciones vivas de las distintas fuerzas que impulsan el Orden Celestial.
Cada Dragón Elemental designaba a un Oráculo para que le sirviera de agente en Ningen-do. Estos Oráculos recibían no poca parte del poder del Dragón, y se convertían en mucho más que humanos. Los Dragones Elementales habían elegido impartir una fracción de su poder a un shugenja particularmente iluminado, un grupo secreto que poseía cada uno un poder que trascendía el de los mortales, vinculándolos con los propios Cielos Celestiales. Los dragones deseaban saber más de la humanidad y, al fusionar su poder con el de un humano, podían comprender mejor la mente de un mortal.