Situado en una pequeña colina a las afueras del pueblo, este imponente edificio de mármol blanco es visible desde cualquier lugar del pueblo. Entre sus paredes, media docena de monjes sirve a las órdenes del abad y organizan los rezos y plegarias de los fieles. Aunque tratan de mantener el monasterio tranquilo y silencioso, sin muchos visitantes, es muy común que permitan cobijarse en el interior a pobres y viajeros en las noches frías.