Tanto Grah como sus compañeros no son especialmente sociables, aunque su sociedad con los leñadores les ha enseñado a tolerar a las otras razas. Llegaron hace algunos años a Tabalard como presos de guerra de las Lanzas de Lantamar, una compañía mercenaria, pero lograron escapar al bosque y, tras sobrevivir algunos meses, se encontraron con los leñadores. Apenas saben nada sobre los gigantes u otras leyendas de la región, aunque conocen la zona cercana al campamento mejor que nadie.
Tras ser enjuiciados en Tabalard por Lord Jerdal de Tabalard, ha sido admitido en los dominios libres como protectores y cazadores del campamento maderero de Xarkaz. Ahora pueden moverse libremente por la ciudad si así lo desean.