Aunque no es su verdadero nombre, este macabro apodo es con el que la mayoría conoce al pequeño enclave élfico que se puede encontrar remontando el canal del Mar de Oculta. Sus habitantes aseguran no ser súbditos del rey Kimelin, sino exiliados que buscan una forma de ganarse la vida, por lo que mantienen su puerto abierto para cualquiera que necesite descanso y un lugar donde reparar su navío. Sin embargo, el lugar está cubierto de un aura siniestra, pues algunas tripulaciones han perdido a más de un miembro en las cantinas élficas, donde toda clase de vicios y perversiones son permitidos e incluso alentados.