El reino fórmigo de Sananda es uno de los mayores de todo Voldor. Los distintos hormigueros que han prosperado en las llanuras tienen una alianza inusitadamente sólida que los hace una fuerza eficaz frente a las amenazas de los saurios provenientes del sur y de las huestes de trasgos de las Quebradas del Ojo. Sus gentes viven tanto sobre la tierra, construyendo complejas ciudades con adobe y madera, como bajo la superficie, en amplias ciudades subterráneas conectadas por corredores. Las pinturas que decoran sus cuerpos quitinosos denotan, según el color, si realizan su actividad en la superficie o dentro del hormiguero. Además, estos motivos geométricos indican su profesión y rango en la comunidad.

Siempre ha habido una reina madre al frente de cada ciudad, cuyo gobierno es absoluto e indiscutible. La mayoría de los fórmigos, por no decir su totalidad, adoran tanto a su reina como a su ciudad, confiriéndoles el estatus más cercano a la divinidad que puede tener una criatura mortal. Los habitantes realizan determinados ritos, diferentes según el hormiguero, para honrarlas a ambas. El trabajo de cada fórmigo es recompensado con conocimiento, ya sea trabajando en los campos, defendiendo a sus hermanos o cuidando de la arquitectura de sus calles. Estos saberes serán más o menos importantes dependiendo del trabajo realizado, pudiendo acceder a misteriosos secretos. Los sacerdotes cívicos son los depositarios de la información, solo superados por la propia reina.

Los fórmigos de Sananda provienen del norte, de las áridas tierras de Shabana. Cuando comenzaron las invasiones de los saurios, los fórmigos, más pacíficos por aquel entonces, tuvieron que recurrir a la ayuda de los elfos Banjora para expulsar a los hombres lagarto de vuelta a las selvas del sur. Bajo estas condiciones, los fórmigos aprendieron rápidamente el arte de la guerra, lo cual, unido a sus instintos gregarios y su respeto absoluto a la ley, llevó inevitablemente a que las colonias que se asentaron en las llanuras para contener a los saurios formaran una sociedad cuasimilitar. Así, aunque los fórmigos de Sananda no son tan duros físicamente como sus hermanos norteños, sí que son más diestros en el uso de las armas y en estrategia marcial.

Sin embargo, los fórmigos siguen siendo una raza muy proclive al entendimiento con los demás. Aceptan de buen grado el comercio con los otros habitantes de las llanuras, hasta el punto de que ese es uno de los principales pilares de su economía. El otro es la agricultura, pues los laboriosos fórmigos fueron creados para alimentar a los demás esclavos de los Peregrinos, por lo que han alcanzado gran maestría en este arte. Todos los hormigueros de Sananda poseen extensos campos de cultivos tanto en la superficie como en gigantescas cámaras subterráneas, donde cultivan especies autóctonas de Vajra.

Cuatro son los grandes hormigueros que prosperan a día de hoy en Sananda: Ikrii, Biixemein, Miirmex y Aluiia. Hace muchas generaciones eran cinco, pero el hormiguero de Miilvemax fue aniquilado de la noche a la mañana. El porqué de la caída de sus hermanos es un secreto guardado por los sacerdotes cívicos, y el solo hecho de hablar del tema es considerado como una herejía que puede llevar a un fórmigo a la expulsión de su comunidad. Como parte de su línea defensiva, los habitantes de Aluiia comenzaron la construcción de un nuevo hormiguero en lo que actualmente es el poblado de saurios de Muluc-Xul, pero fueron expulsados por estos hace un par de años.

Estos hormigueros hicieron un pacto hace siglos mediante la sagrada palabra de sus reinas, el principal motivo no solo de que hayan sobrevivido a las continuas invasiones de los saurios, sino de que, además, hayan prosperado. Cuando un hormiguero se encuentra en problemas, los demás lo ayudarán sin dudar. Otro de los motivos por los que precisan una unión tan fuerte es por la continua amenaza de los vajresht, los antiguos y depravados guardianes de Vajra de los Peregrinos que atacan a todo aquel que encuentren en las profundidades. La necesidad de mantener los túneles seguros entre las distintas ciudades hizo que se formara el Gremio de Iixarkas, lo que al común vendría a ser como los cazadores sagrados; una serie de fórmigos con capacidades mágicas y entrenados para sobrevivir en Vajra. Un iixarka goza de una libertad de movimiento mucho mayor que sus congéneres, y juran servir a los fórmigos en su conjunto, sin distinguir entre ciudades o reinas, lo que en la práctica no suele ocurrir, pues los lazos familiares de los fórmigos son parte de sus instintos más arraigados. 

  • Nombres de mujer: Edynii, Bixbii, Lennii.
  • Nombres de varón: Fikry, Lyill, Iliym.

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