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El origen del reino de Mirianis se remonta al año 4066, con la llegada de grupos de elfos Banjora en busca de un lugar donde asentarse. Establecieron pequeñas ciudades en lo profundo del bosque, lejos de los cada vez más abundantes pueblos humanos que se fundaban en el linde sur del Bosque de Ámbar. Escasos en número y en un entorno lleno de bestias salvajes, los elfos se vieron obligados a dejar de lado su altivez y establecer relaciones comerciales con los humanos, quienes comenzaban a prosperar en aquel lugar. El pueblo élfico, preocupado por su escasa natalidad, se vio forzado a tomar una decisión desesperada: unirse a los pueblos humanos de la región e hibridar ambas especies. Sin embargo, aunque muchos pensaban que era la única forma de mantener el legado élfico, otros lo vieron como un sacrilegio. Estos últimos, alegando que la unión implicaba la destrucción de la raza, se internaron a zonas aún más profundas del Bosque de Ámbar y se convirtieron en los Indeverei.

Una vez tomada tan difícil decisión, los elfos se enfrentaron al desafío de convencer a los humanos de las ventajas de la hibridación. Gracias a la mezcla racial, sus hijos disfrutarían de vidas considerablemente más largas, heredarían la adaptación visual a la noche y la magia de la esencia élfica otorgaría dones arcanos a un gran número de ellos. Sin embargo, los recuerdos de la esclavitud a manos de los elfos Bastarre eran aún recientes y los humanos se mostraron reticentes a tal grado de implicación con los Banjora. Fueron necesarios años de  convivencia para lograr que, una a una, fuesen surgiendo parejas que mezclasen ambas razas, algunos seducidos por los apuestos rasgos élficos y otros sencillamente buscando la mejor vida posible para sus hijos.

Los humanos no fueron los únicos que hicieron sacrificios, muchos Banjora se vieron obligados a emparejarse con uno, dos o incluso tres humanos en cada generación en un esfuerzo por dotar de la mayor descendencia mestiza posible al pueblo de Mirianis. El pueblo élfico considera que semejante cruce era la mejor forma de dejar atrás sus problemas para concebir y de paso acabar con las marcadas dinastías y linajes que tanta relevancia tenían en la antigua sociedad élfica y con tanto celo protegen los aristócratas Bastarre de Zaselsan.

Gracias a ello, un siglo y medio después de la unión de ambos pueblos, tuvo lugar la primera generación de mirienses con mayoría de semielfos frente a elfos y humanos puros. En la actualidad la inmensa mayoría de los ciudadanos de Mirianis son semielfos, contando con ascendencia humana y élfica, siendo prácticamente inexistentes los linajes donde se ha mantenido la pureza de sangre élfica o humana. Aunque pueda pensarse que los comienzos de Mirianis fueron sencillos y prometedores, no fue así para aquellos que los vivieron, pues fueron muchos los crímenes realizados fruto de celos y despechos, junto a cientos los bebés semielfos abandonados que fueron criados por los siempre diligentes sacerdotes de Arastu.

Mirianis se encuentra en la parte más occidental del enorme Bosque de Ámbar, limitado al sur por la enorme cadena montañosa Gunambal, que contiene un acceso al bosque a través del Paso de la Quimera. La nación está constituida por un centenar de pueblos y ciudades que se han levantado con el paso de los siglos en el interior del bosque, cada una de ellas capaz de gestionar sus propios recursos y cubrir sus necesidades. La más próspera de las ciudades mirienses es Quelizantor, que tiene el honor de ser la ciudad construida en lo más profundo del Bosque de Ámbar y cumple en la actualidad como capital de la nación.

Un rasgo de las ciudades mirienses es que todas son edificadas alrededor de su propia fortaleza negra, construcciones defensivas de piedra negra que sirven como sede del gobierno, guarnición de las tropas y da cobijo a los civiles en caso de que la ciudad esté en peligro. Las fortalezas negras de algunas ciudades, como el caso de Quelizantor, son enormes ciudadelas con altos muros y decenas de torres, mientras que otras urbes apenas cuentan con una torre amurallada. La localización de cada una de las ciudades ha sido planificada y aprobada por los gobernantes mirienses, aprovechando los restos de edificaciones peregrinas como cimientos para estas fortalezas negras. Para poder sobrevivir a las amenazas que se ocultan en el bosque, gran parte de los esfuerzos de la nación se invierten en construir defensas, como muros y zanjas, y mantener despejadas las largas calzadas de piedra que unen unas urbes a través de la espesura.

En las ciudades todas las edificaciones se realizan con bases de piedra y se estructuran en forma de anillos, con los edificios más importantes como almacenes y talleres adyacentes a la fortaleza negra y las viviendas y los cultivos en la zona exterior de la ciudad, junto a las murallas.

La situación de Mirianis en el interior del bosque, rodeados de grandes trasgos y aberraciones de los Peregrinos, ha hecho que el gobierno deba mantener un fuerte control de las ciudades y sus habitantes, dando lugar a una sociedad militarizada y de rígida estructura. Al alcanzar la madurez, todos sus ciudadanos deben entregar dos lustros de servicio a la nación. Durante los primeros cinco años, el ciudadano pasa a formar parte de las Escuadras de Construcción. Estos son grupos de trabajo que tienen la responsabilidad de mantener en perfecto estado las edificaciones defensivas, crear y proteger las sendas forestales y levantar puestos de guardias en las fronteras de la nación. Tras cumplir el servicio, el ciudadano pasa a ser parte del ejército regular de Mirianis durante los siguientes cinco años, uniéndose a la guarnición de una fortaleza negra y defendiendo las fronteras en la guerra contra los grandes trasgos.

El gobierno de Mirianis considera que la magia es la única manera de lograr que una nación tan dispersa se coordine y progrese y es por ello que aquellos ciudadanos que cuentan con el don de la magia tienen la obligación de servir un tercer lustro poniendo su poder arcano al servicio de la sociedad. Durante este periodo se los obliga a inscribir pergaminos y decantar pociones para abastecer al ejército o se los asigna como ayudantes de políticos y generales, asesorándolos mediante adivinación o transmitiendo mensajes.

La amenaza de los grandes trasgos ha condicionado la vida en Mirianis en todas las facetas de la sociedad, no solo en la necesidad de los lustros de servicio a la nación. Aunque las incursiones trasgo han tenido lugar durante siglos, su número y audacia ha aumentado considerablemente y en las últimas décadas el conflicto ha pasado a ser considerado una guerra total. Todos los meses tienen lugar enfrentamientos en la frontera norte, donde los ejércitos mirienses sufren emboscadas y los puestos defensivos son asaltados por los grandes trasgos. Las ciudades de Mirianis, quienes en el pasado tenían autonomía y cada una contaba con su propio gobierno, están ahora dirigidas bajo la autoridad del Saenadan, un consejo de militares y magos que toman las decisiones importantes en tiempo de crisis. Como consecuencia de la guerra contra los grandes trasgos, el Saenadan de Mirianis lleva más de cinco décadas al mando, dirigido por el reputado comandante Ivor Nictroi, y ha convertido Quelizantor en la capital para mantener a los líderes cerca del conflicto. 

Aunque algunos sectores de la sociedad consideran que esta situación particular se está extendiendo demasiado en el tiempo, las agresivas estrategias de Nictroi y sus hombres han reportado brillantes victorias a Mirianis, por lo que cuenta con el apoyo del pueblo llano.

La principal religión de los semielfos del Bosque de Ámbar es el culto a Ahuraz, dios del sol. Esta creencia llegó a la región de mano de los elfos Banjora de Vindusan y ha prosperado hasta nuestros días, teniendo templos dedicados a esta deidad en todas las ciudades. En los equinoccios Arastu, diosa de la civilización, también ha sido muy venerada históricamente por los mirienses, quienes siempre la han rogado para que mantenga sus ciudades seguras. El ambiente bélico propio del último siglo y el aumento de los conflictos en la frontera ha hecho que religiones hasta ahora poco expandidas, como la adoración a Arahter o Praxis, hayan aumentado sus creyentes con rapidez. Para quienes se ven forzados a pasar años defendiendo una empalizada en el bosque, es fácil encontrar la fe y son muchos los clérigos de estas deidades que protegen y guían a los jóvenes semielfos durante sus lustros de servicio militar. Es muy común encontrar pequeños templos en las zonas fronterizas, ocultos entre la floresta, que guardan armas afiladas y a punto para quien pueda necesitarlas en un futuro.

La sociedad miriense es tan variada como sus ciudadanos, quienes muestran toda clase de rasgos físicos debido a la sangre mestiza que corre por sus venas. Aunque no abundan los casos de racismo, sí existe una tendencia social a tener en estima a quienes muestran más rasgos élficos. Aunque se hizo un esfuerzo considerable para mezclar ambas razas, es muy común encontrar mayoría de ascendencia élfica entre miembros de la alta sociedad de Mirianis, quienes son más longevos y poseen el don de la magia. También es muy común encontrar a esta clase de personas en puestos de responsabilidad en la política, el ejército o las escuelas arcanas. De la misma forma, los artesanos cuentan con una gran reputación en Mirianis, siendo muy apreciados los herreros y curtidores. Aquellos que demuestran grandes habilidades a la hora de realizar armas y armaduras suelen ser reclutados por el gobierno y trabajan dentro de la seguridad de las fortalezas negras. La música y la danza se encuentran muy bien valoradas entre los mirienses, quienes han pasado canciones de generación en generación desde hace siglos. Por ello, los colegios de bardos abundan en la nación y son respetados por su capacidad para combinar el folklore con la magia.

La agricultura es poco común en Mirianis, donde escasea el terreno despejado, por lo que la nación sobrevive principalmente gracias a la caza y la recolecta de frutos silvestres. En las urbes más pobladas se mantienen huertos de cultivos en el interior de las murallas y sobre edificaciones bajas, con el fin de tener alimento en caso de verse asediados por fuerzas enemigas. La comida miriense es muy reconocible por las fuertes especias que echan a la carne, de poco sabor al provenir de los grandes insectos del bosque. Es muy común encontrar emisarios y comerciantes del reino de Arania en la zona más oriental de Mirianis, ya que se trata de dos naciones aliadas para combatir contra la amenaza de los grandes trasgos. Con la llegada de sus enemigos a territorios tan al sur, ambos gobiernos han optado por coordinar sus estrategias de defensas y el comandante Nictroi en persona ha viajado hasta Telaraña en varias ocasiones para ello.

  • Nombres de mujer: Adamna, Fiessa, Lirenne.
  • Nombres de varón: Delenor, Sandor, Sebesten.