Hace casi cincuenta años el jefe de la familia, Talassiak Bedorr, retornó de un viaje espiritual al desierto a lomos de una hembra de draco del desierto que había logrado domar combinando paciencia y su experiencia como criador. Desde entonces los Bedorr han vendido una buena parte de sus ranchos para financiar el proyecto de Talassiak: la crianza de dracos como monturas de guerra para los generales vindusinos.
