En el extremo sur de la cordillera Cormannon, en un valle rodeado de afiladas montañas, se encuentran los ajados restos de una antigua Torre de Fulgor levantada por los Peregrinos. Apenas una carcasa vacía de lo que fue antaño, su estructura forma una suerte de túnel vertical hasta Vajra que discurre entre escaleras y grutas durante cientos de millas. A su alrededor, viviendo de lo que ofrece el valle, se encuentra una cada vez más amplia comunidad de desarrapados y mutantes que afirman adorar a una entidad «de otro mundo» que habita el interior de la torre y que les otorga extrañas bendiciones. Según su discurso, esta deidad atrae a los hombres proporcionándoles poderes oscuros y prohibidos, pues es infinita y omnisciente.
