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Los cíclopes fueron creados hace mucho tiempo por los Peregrinos con la función de servir como colosal mano de obra para deforestar los bosques primordiales de Sananda. Cuando la raza de las estrellas se marchó, el caos se apoderó de la región y muchas de las hordas de esclavos se vieron libres de repente para vagar por Voldor. Muchos no habían visto nunca a los cíclopes, por lo que los tomaron como monstruos y los atacaron sin piedad por todo lo ancho y largo de la Llanura Interminable. Los fórmigos que habían trabajado junto a los cíclopes habían muerto hacía mucho, ya fuera por su corta esperanza de vida o por la invasión de los saurios en el año 4003. Fue de esta manera que el carácter de los cíclopes se tornó amargo y, al final, malvado.

Los cíclopes son tremendos enemigos en el cuerpo a cuerpo, dada su brutalidad y gran fuerza física. Sin embargo, en las llanuras los cíclopes eran presa fácil para los arcos de las hordas de alunos y los centauros, ya que podían ser detectados desde grandes distancias, llegando a derribarlos aún sin haber podido dar un solo golpe. Los pocos que sobrevivieron huyeron fuera de Sananda o se ocultaron en la región que hoy se conoce como las Quebradas del Ojo, una tierra formada por colinas y desfiladeros donde podían ocultarse de sus enemigos. Cuando llegaron al que sería su nuevo hogar, descubrieron que no estaba deshabitado; contingentes de trasgos y osgos se disputaban el lugar ferozmente. Pero los cíclopes saldaron esta pugna con rapidez y enseguida se erigieron como sus amos, exigiéndoles obediencia a cambio de la promesa de protección frente a los humanos y centauros.

Aunque las demás razas consideren a los cíclopes como brutos gigantescos que siembran el caos, en realidad tienen una cualidad implantada por los Peregrinos desde su nacimiento: son tremendamente laboriosos, por lo que, ante la falta de sus amos y el odio que llegaron a profesar por las demás razas, acabarían volviendo su mirada hacia Dekaeler. La conquista se terminaría convirtiendo en su meta, una nueva razón para su infeliz existencia que sembró la semilla de la Legión de la Rueda Dentada.

Actualmente los cíclopes gobiernan las Quebradas del Ojo desde sus campamentos levantados al abrigo de las cuevas del lugar. Ya escasos, se encuentran rodeados de pequeñas tribus de osgos o trasgos que han llegado a venerarlos como verdaderos dioses en la tierra. Para identificarse como servidores de los cíclopes, es muy común que se extirpen uno de sus globos oculares; otros sencillamente llevan parches. Cada clan porta la marca de su señor cíclope con orgullo. A pesar del control férreo de sus amos, trasgos y osgos solo han aparcado sus diferencias temporalmente; son muy comunes las explosiones de odio y enfrentamientos armados, que los cíclopes reprimen brutalmente, a menudo a pisotones.

La ciudad de Roca de Ley se ubica en el centro mismo de las Quebradas. Es el principal bastión de los cíclopes, donde se encuentran las leyes de Dekaeler talladas en una inmensa roca de la pared del desfiladero. Los hermanos Agranthar, caudillo de los trasgos, y Mauriel, de los osgos, son quienes ostentan el poder allí. Ellos son los artífices de la creación de la Legión de la Rueda Dentada, el primer paso hacia la construcción de un reino propio lejos de la amenaza de sus enemigos. El resto de cíclopes aceptan las órdenes de los hermanos, ya que el sagaz Agranthar y la brutal Mauriel han ayudado a mantener las Quebradas libres de intrusos desde que empuñaron los manguales de liderazgo, armas que blanden como signo de devoción hacia Dekaeler. Sus lugartenientes no son cíclopes, sino los líderes de sus seguidores: un estrafalario y astuto trasgo llamado Muerdeorejas y un vigoroso osgo conocido como Broght el Blanco. Hay quienes sospechan que los planes de Agranthar para defender las Quebradas de bárbaros alunos e insidiosos centauros son en realidad urdidos por su lugarteniente trasgo, pero nadie que aprecie su pellejo sería capaz siquiera de sugerirlo, ya que la cólera de Mauriel es legendaria cuando se trata de defender a su hermano.

Para llevar a cabo sus planes de conquista, los hermanos cíclopes han comenzado a construir maquinaria bélica sirviéndose de los esclavos de las llanuras que sus esbirros trasgos y osgos capturan. A los más habilidosos les enseñan a trabajar el metal según los deseos de Dekaeler para que ayuden a sus propios herreros, los llamados pieles de hierro, forjadores de las armas y armaduras de la Legión. Sus planes de expansión incluyen tratos específicos con los saurios de Muluc-Xul, los cuales proveen a los cíclopes de metal a cambio de armas manufacturadas y cautivos que acaban en los rituales impíos de los seguidores del Devorador. Cuando las huestes de la Legión de la Rueda Dentada estén plenamente armadas, comenzará su verdadera conquista de Sananda.

En el extremo noreste de las Quebradas hay un barranco que la mayoría de los trasgos y osgos evitan. En lo más profundo de la vaguada se encuentra una cueva de enormes dimensiones de la que emana un olor fétido, que le da nombre al accidente geográfico: Pozo Nauseabundo. La tradición de los cíclopes es arrojar todo tipo de desechos y restos por el barranco, ya sean huesos, carne podrida u otro tipo de deshechos, pero trasgos, osgos y cíclopes por igual tienen vetada su presencia en la cueva. En realidad, en lo más profundo de la cueva habita un cíclope deforme y retrasado llamado Siloth, hermano trillizo de Agranthar y Mauriel del que se avergüenzan por su carácter pacifista y al que van a visitar a través de un túnel secreto de Roca de Ley. Lo mantienen encadenado y hambriento para tratar de moldear su carácter, pero, a pesar de sus arranques de furia, hasta la fecha no han logrado su propósito.