Construido en lo alto del más alto de los phraramah de Sokia, el Santuario de los Ancestros es una bella pagoda construida en madera carmesí y jade, con docenas de templetes dedicados a honrar la memoria de los fallecidos. Sus ramas están recubiertas por largas telas multicolores con nombres escritos en ellas. En Sokia es tradición cremar el cuerpo y depositar las cenizas en pequeñas vasijas que se instalan dentro del árbol para crear un nexo permanente entre el mundo de los vivos y de los muertos. El Uchakan es dirigido oficialmente por la propia prefecta, quien es famosa por su don para contactar con los muertos, aunque el día a día corre a cargo de Xergú, un joven de aspecto jovial famoso por organizar anualmente la ceremonia de los farolillos voladores con los que se recuerda a los fallecidos.
Datos generales
Ciudad Grande: 21.690 habitantes (70% mida, 7% hipótidos, 6% medianos ribereños, 5% anuros, 5% mopán, 3% vadanios, 2% dracónidos, 1% zabarios, 1% otros).
Límite de dinero: 20.000 po.
Guardias: 200 guardias patrullando en todo momento.
Autoridad: Prefecta Guo’Da.
Religiones mayoritaria: Culto imperial a los ancestros, Armonistas de Arastu y Ahuraz, Logias del Peregrino.
Sokia es una importante ciudad que sirve como capital de la Prefectura de Kaosi, situada al suroeste del Imperio Mida y con frontera con Vadania y las salvajes extensiones de las Selvas de Zefiria. Ocupa el fondo del valle del Jianquan, una llanura aluvial en la que hay escasos árboles. Sokia se ha ido desarrollando sobre las pequeñas islas del caudaloso río Zian, formando con el tiempo un sistema de canales y puentes que ha terminado por conectar las dos orillas. Su situación fronteriza le ha dado un carácter marcadamente cosmopolita, con habitantes originarios de las distintas culturas que pueblan la región, más rústico y recio que otras urbes mida. Las viviendas son bajas, de no más de dos alturas, y tienden a estar dotadas de pequeños embarcaderos particulares. Los árboles gigantes que los mida emplean para construir sus edificios (y que tanta fama han dado a Nakuro) aquí son escasos y muy jóvenes, pues el terreno no es propicio para ellos y hacerlos crecer es ciertamente laborioso. Hay apenas media docena de recios árboles phraramah, en los cuales la prefectura ha instalado la cárcel de la región, el palacio prefectural y un templo dedicado a los ancestros, entre otros edificios de cierta relevancia.
Numerosas embarcaciones circulan por sus canales, empleando distintos afluentes y canales para transportar mercancías. Apenas hay agricultura alrededor de la ciudad, dado que esta depende del alimento generado por las aldeas que jalonan todo el territorio de la Prefectura, aunque la pesca y caza de los grandes animales que habitan el Zian sigue siendo una importante actividad económica a día de hoy.
Al no tener una historia tan antigua como otras ciudades del Imperio Mida ni estar construida sobre restos del pasado, Sokia es vista como una aldea de reciente construcción por los habitantes de otras ciudades imperiales. Aun así, los sokianos sacan pecho, orgullosos de lo mucho que han logrado avanzar habiendo empezado desde cero en una tierra tan violenta como es la frontera suroeste.
Historia
El Imperio Mida no se expandió hacia el suroeste de Zefiria hasta hace tres siglos. En un principio, el proyecto del gobierno de Nakuro era formar una gran prefectura que abarcase todo el territorio hasta el margen derecho del río Xomindar, mas la presencia de varios estados menores y del reino del Mopán supuso un enorme freno a dichas aspiraciones. Tras una serie de deliberaciones, el emperador decidió formar solo una pequeña prefectura a la que puso el nombre de su nieto más joven: Kaosi. Se construyó la capital en una pequeña isla llamada Sokia (de la cual tomó nombre), que se encontraba en medio del caudaloso río Zian, con el fin de optimizar las comunicaciones. Con el tiempo, esta empezaría a expandirse, construyendo sobre los peñones ribereños y fabricando plataformas para albergar más y más edificios. Para ello se contrataron numerosos hipótidos, anuros y medianos ribereños que tras trabajar en la construcción de Sokia optaron por quedarse en la ciudad.
El Imperio Mida esperaba que la nueva prefectura sirviese como catalizador de la expansión de la cultura imperial por la región, facilitando con el tiempo la anexión pacífica del territorio, pero enseguida quedó patente lo poco realista de sus aspiraciones. Los pueblos de Zefiria siguen siendo igual de independientes, primitivos y, en ocasiones, hostiles; y en consecuencia la Prefectura de Kaosi ha quedado relegada a ser la menor, más violenta y menos avanzada circunscripción territorial del Imperio Mida, poco más que un parapeto que mantiene alejados a vadanios, saurios y «zefirios salvajes» de las prefecturas más prósperas del este. Para los políticos y funcionarios de la administración imperial ser enviado a Kaosi se considera un castigo o casi un exilio, al contrario que para los militares, para los que servir en Kaosi es algo deseado, pues los constantes enfrentamientos fronterizos ofrecen muchas oportunidades de promoción.
Durante siglos la ciudad ha sido la punta de lanza de las acciones pacificadores del Imperio Mida en la región, pero durante el largo reinado de la prefecta Guo’Da, una política entregada a la paz y la estabilidad, Sokia ha pasado a convertirse en una ciudad comercial de cierta importancia. Mercaderes de toda la región, incluso aquellos pueblos enemistados con el Imperio Mida, saben que la capital de Kaosi es un lugar seguro para dedicarse a los negocios. Un dicho mida de nuevo cuño afirma, no sin cierto desprecio, «Incluso un saurio puede esperar un trato justo en Sokia».