Los magos y otros lanzadores de conjuros crean a los guardianes escudo para protegerse. Estas criaturas se sitúan siempre junto a su amo, de modo que reciben el daño destinado a él para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible.

Todos los guardianes están vinculados mágicamente a un amuleto. Únicamente a uno y, si es destruido, el guardián escudo quedará incapacitado hasta que se fabrique otro de repuesto. Estos amuletos pueden ser atacados directamente si nadie los viste o sostiene. El único objetivo de los guardianes escudo es proteger a quien posea el amuleto. El portador puede ordenar al guardián que ataque a sus enemigos o le salvaguarde de ellos. Si algo amenaza con herir al portador, este autómata es capaz de absorber mágicamente el daño, incluso aunque se encuentre a cierta distancia de su amo.

Un lanzador de conjuros es capaz de almacenar un conjuro dentro de un guardián escudo y después lanzarlo cuando lo desee o bajo unas condiciones específicas. Muchos oponentes que creían haber dejado a un mago indefenso se han visto sorprendidos cuando su guardián escudo desataba un terrible poder mágico.

Dado que quien posea el amuleto controla al autómata, algunos magos reciben sumas exorbitantes por parte de príncipes, nobles y señores del crimen a cambio de la creación de guardianes escudo. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque una de estas criaturas puede ser una jugosa recompensa para quien se atreva a asesinar a su amo y se quede su amuleto.