En las tumbas de los antiguos, los monarcas tiranos y los sumos sacerdotes de los dioses oscuros yacen en un letargo sin sueños, esperando el momento en que puedan reclamar sus tronos y volver a forjar sus imperios ancestrales. Las galas que señalaban su terrible dominio todavía adornan sus cuerpos envueltos en vendajes. Sus pútridas túnicas están tejidas con símbolos maléficos y sus armaduras de broce fueron labradas con las marcas que identificaban a dinastías extintas hace ya mil años.
Los rituales para crear una momia pueden ganar en poder cuando son presididos por los sacerdotes más expertos. Los señores de las momias productos de estos ritos conservan los recuerdos y la personalidad de su vida anterior y están dotados de una resistencia sobrenatural. Los emperadores caídos siguen empuñando las mismas hojas infames, cubiertas de runas, que portaban en las leyendas. Los señores hechiceros manipulan los poderes mágicos prohibidos con los que antaño dominaron sobre un pueblo aterrorizado y los dioses oscuros recompensan las oraciones de los reyes-sacerdote ya muertos con conjuros divinos.
Como parte del ritual necesario para crear a un señor de las momias, tanto el corazón como las vísceras del difunto son extraídos del cuerpo y almacenados en jarras canópicas. Estas cerámicas suelen estar hechas de piedra caliza o arcilla, y pintadas o talladas con jeroglíficos que representan motivos religiosos.