Este festival gira en tomo al océano, al comercio marítimo y a los dioses del mar, la navegación y el clima. Abarca una decana e incluye varias regatas, el Baile de los Navieros, que se celebra en la Casa de los Navieros, y las galas patrocinadas por los gremios en la sala de celebraciones llamada la Copa de Cobre. Según la costumbre, los ganadores de las diversas competiciones no conservan sus trofeos y ganancias, sino que los entregan a los sacerdotes de Melora en la Espira de la Reina, su templo ubicado en la playa, junto a la entrada este del Gran Puerto, al final del festival.
Los dos últimos días de la Estela Marina llega el momento de la Verbena de la Buena Mar. Durante este tiempo tienen lugar numerosos banquetes a base de mariscos, el puerto se llena de pétalos de flores y la Guardia de la Ciudad va de taberna en taberna recogiendo ofrendas para Melora. También aparecen cepillos para las colectas en los multitudinarios encuentros de la verbena. Al atardecer del último día, el dinero recogido se guarda en cofres y se deposita en la parte más profunda del puerto.
Esta festividad ha existido en varios formatos desde que se selló aquí la primera transacción comercial hace más de dos milenios, de manera que una incontable montaña de riquezas continua hundida en lo que se ha pasado a llamar el Escondite de Melora. La zona es vigilada de cerca por guardianes sirénidos cuyas órdenes vigentes son matar a cualquiera que intente perturbar el lugar. Abundan los rumores de que los cofres tienen guardas mágicas. Otra historia habla de unos ladrones que robaron parte del tesoro hace años y trataron de salir de la ciudad con subterfugios, solo para ver cómo se formaba una tormenta tan pronto como abandonaban el puerto. Una ola gigante con la forma de una mano lanzó a los ladrones por la borda, pero la nave y sus tripulantes se salvaron.