Písándole los talones a Piedrashar llega el Reino del Desgobierno. Este día honra a Kord, el dios de las tormentas y la libertad. Se espera que los ciudadanos desconfíen, rompan juramentos e ignoren el orden habitual de las cosas, siempre y cuando no se infrinjan realmente las leyes y no se cree ningún problema que no se pueda arreglar luego. Durante el Reino del Desgobierno, los nobles sirven la comida a sus sirvientes, los niños toman el control de las escuelas, los sacerdotes rinden culto a los enemigos de sus deidades y cualquiera que lo desee puede participar en algún asunto gremial. Hay bromas de todos y para todos, desde sencillos timos hasta otras que requieren de una planificación más elaborada. El ocaso pone fin a las festividades, de manera que la mayoría de la gente se pasa gran parte de la noche limpiando y reordenando las cosas para el día siguiente. Muchos turistas se niegan a participar, pero a menudo hacerlo atrae el infortunio más que lo evita. Por temor a contagiarse de la mala suerte de los escépticos, los ciudadanos nativos hacen todo lo posible por evitar trabar conversación con alguien de quien se sabe que no ha participado o, incluso, no tratan con ellos de ninguna manera hasta el Día de los Dioses.