Lúgubres espíritus de la muerte, los oinoloths, o yugos soberanos, llevan la peste allá donde van. Cuando los ejércitos reconocen sus horribles formas, su mera presencia hace que los soldados rompan filas y huyan, no sea que sucumban a una de las horribles plagas que los oinoloths sueltan.
Los oinoloths resuelven los problemas espinosos matando a todos los implicados. Suelen contratarse como último recurso cuando un asedio se ha prolongado demasiado o un ejército ha demostrado ser demasiado fuerte para vencerlo. Una vez invocados, los oinoloths acechan el campo de exterminio, envenenando el suelo y enfermando a las criaturas que encuentran. A veces pueden ser contratados para eliminar las mismas plagas que propagan, pero el precio de tal trabajo es elevado, y el esfuerzo convierte a las criaturas que salvan en débiles despojos.