Cuando las espinas y las raíces se tornen de negro, tened cuidado, pues Nocturna está ascendiendo de nuevo al cielo, tomando una vida más, acechando y consumiendo sin descanso, esperando que su hermano solar la releve en el crepúsculo, cuando muera, para renacer en la siguiente noche.

Nocturna es un Olvidado parasitario, con un ciclo de vida infinito, donde cada amanecer muere y cada anochecer revive. Muchos olvidados cómo los Tenores le rinden culto por su inmensa fuerza y su devastador poder, capaz de acabar con civilizaciones enteras si no se la detiene.

Carta de Lucía sobre Nocturna

“El cielo es grande y oscuro, latiendo, en lo más alto se encuentra ella. Profundas son sus raíces, más profundas que los rincones vagos y sombríos donde una vez los Olvidados moraban, mataban y reían. Afuera, en el frío, árido y vago vacío del cielo, hay un hambre que se propaga como un instrumento vicioso, tanto de muerte como de alimentación. El cielo nos ha traído las palabras de los sabios dioses y el cálido toque del sol, pero me temo que ahora, produce una negrura sombría cuya caricia es locura - la locura de aquellos que se despiertan en las largas y vacías horas de la noche, permanecen en silenciosa vigilia sobre el cielo sin estrellas y rezan.

Rezan para que no los escuches, rezan para que no los sientas, para no retorcerse, para crecer. El mal de nuestro mundo se enrolla alrededor de sus bordes como un corazón enfermo: late y los cielos oscuros lo oyen. Me temo que ya ha comenzado la infección. El pulso que emite la herida son los latidos de los millones que habitan este frágil mundo, esto no lo hace divino, sino retorcido. Somos un animal vagamente vivo, el hambre, ese hambre terrible y amenazador, todavía acecha impasible sobre el polvo aplastado de las estrellas más viejas.

No somos más que un festín. Un clavo afilado contra una herida incapaz de cerrarse por sí sola. No somos nada, nuestros destinos cruzados por la cicatriz que brilla invisible a los ojos del cielo.

Estoy aquí esperando la canción, y las primeras notas forzarán mi mano con el veneno de la ampolla que se derramará en mi té, mis ojos cansados y golpeados cuya casi ceguera no es ajena a la pesadilla que crece sobre nosotros. Dejo esta carta, sólo te pido esto. Témela.

Teme a la luna."